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García-Margallo: «Con la secesión, las grandes empresas se irían de Cataluña»

El ministro de Asuntos Exteriores cumple un año en su cargo y analiza todo por lo que afecta a las relaciones con la Unión Europea con Cataluña

García-Margallo: «Con la secesión, las grandes empresas se irían de Cataluña» ÁNGEL DE ANTONIO

LUIS AYLLÓN

Desde su cargo de ministro de Asuntos Exteriores, en el que cumple un año, José Manuel García-Margallo ha debido ocuparse de numerosos asuntos en distintas partes del mundo, pero también ha tenido que salir al paso del problema de Cataluña, sobre todo por lo que afecta a las relaciones con la Unión Europea.

-¿Cómo ven en Europa la deriva independentista de Cataluña ?

-La preocupación en Europa por la división de un país es compartida por todos los Estados miembros. Esa preocupación es mucho mayor si se trata de declaraciones unilaterales de independencia, contrarias al ordenamiento interno de cada uno de los Estados miembros. El Tratado establece, en el artículo cuarto, que la organización y la integridad territorial de un Estado miembro corresponde a su ordenamiento constitucional interno. Esa es la diferencia enorme entre Escocia y Cataluña. En el ordenamiento no escrito británico es posible la secesión de parte del territorio, pactada y autorizada por el Parlamento. En España no sucede así. Para que esa separación pudiese ser asumida por el Tratado de la UE, tendríamos que tirar la Constitución actual a la papelera y hacer otra completamente nueva y es obvio que esa es una decisión que también corresponde al resto de los españoles. Para ser muy claro: en estos momentos, no veo ni un solo Estado miembro de los 27 o 28, si se incluye a Croacia, que estuviese dispuesto admitir a un Estado nuevo producto de una declaración unilateral de independencia contraria a su orden constitucional. Una separación unilateral de Cataluña no sería aceptada por la UE. Cataluña permanecería fuera de la UE, con unas consecuencias económicas realmente peligrosas. Pero es que ya haber abierto el debate sobre el derecho a decidir ir a ningún sitio, supone una incertidumbre que los catalanes van a pagar tarde o temprano.

-¿Tiene alguna posibilidad el recurso al Derecho Internacional, que se ha apuntado por los secesionistas?

-El Derecho Internacional reconoce la secesión para los países coloniales, para los ocupados militarmente y para los que niegan a sus ciudadanos el ejercicio de los derechos democráticos. Ninguna de las tres circunstancias concurre en Cataluña. Así pues, ni hay vía interna ni hay vía por el Derecho Internacional.

-¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el Gobierno si Artur Mas convoca el referéndum ?

- El Gobierno está dispuesto a que ese referéndum no se celebre. El instrumento legal que se utilice es accesorio. Los españoles pueden tener la confianza absoluta de que no va a tolerar secesión en ninguna parte del territorio. El mensaje que yo quiero dar sobre Cataluña es el de Cambó de 1927. En Cataluña hay una realidad catalana indudable y una realidad hispánica, igualmente indudable. La negación de la hispanidad de Cataluña, que es negar la europeidad de Cataluña, es un perfecto absurdo. Hay que armonizar esas dos realidades. Si la desafección de Cataluña ha estado en su percepción de que han sido perjudicados en infraestructuras, en su lengua o su cultura o en su financiación, las tres cosas tienen solución. En este momento, la asignatura capital del Gobierno en la UE es el corredor mediterráneo, que es la inversión que más favorece a Cataluña en muchos años; este Gobierno está haciendo enormes esfuerzos para que la cultura catalana sea difundida, como el resto de las culturas españolas, a través del Instituto Cervantes; y en 2013 acaba el quinquenio de aplicación del sistema de financiación y es tiempo de buscar una reforma de la misma.

-¿Cree que vamos a asistir a una legislatura corta en Cataluña?

-En esta aventura han logrado mezclar el agua y el aceite. Realmente, es muy difícil ver la estabilidad interna de esa coalición contra natura. CiU es un partido de centro-derecha, muy apoyado en la burguesía catalana, muy insertado en el empresariado catalán, mientras que ERC es, claramente, un partido de izquierdas, intervencionista, muy agresivo en materia fiscal, que perjudica a lo que es el sustrato natural de Convergencia. He visto unas declaraciones del líder de ERC en las que dice algo así como que la responsabilidad de que en Cataluña no haya los recursos suficientes para atender las necesidades, será siempre, y en todo caso, del Gobierno central, lo cual es una política relativamente sencilla. Es decir, yo no hago lo que tengo que hacer, simplemente porque hay un enemigo externo que me lo impide y, por tanto, no me pregunte usted qué tipo de política estoy siguiendo para enderezar la situación.

-Usted ha conocido en el Parlamento Europeo a Oriol Junqueras. ¿Esperaba su actitud?

- Oriol Junqueras es un personaje extraordinariamente educado y culto. Es un profesor de Historia, con quien se puede convivir con absoluta facilidad. Lo que choca es que un personaje de una apariencia tan afable tenga posiciones tan extremas. Y lo que más sorprende en él es que, siendo eurodiputado y conociendo que, en Cataluña, el adéu a España seria el adéu a Europa, se embarque en esta aventura. Salvo que haya decidido que está dispuesto a ser independiente, aunque absolutamente pobre. Desde luego, él conoce el mecanismo de la UE y sabe que es una aventura que separaría a Cataluña del horizonte europeo.

-Según Oriol Junqueras, los países reconocerían a Cataluña porque sus grandes empresas están allí…

-Un reconocimiento sería un precedente que asustaría a gran parte de los Estados miembros, porque esto no se sabe nunca dónde termina. Además, la secesión de un territorio afecta a todos los españoles y, por tanto, los españoles deben decidir en su conjunto. Supongamos que Lérida o Tarragona no quieren seguir a una Cataluña independiente y quieren permanecer en España. ¿Eso es posible o no es posible? En Escocia ya se ha planteado con las islas Orcadas y Shetland, que dicen que, si Escocia se separa, permanecerán en el Reino Unido.

-Pero ¿cree que, si se produjera la independencia, las grandes empresas se irían de Cataluña?

-No tengo la menor duda. Fuera de la UE, las exportaciones de Cataluña al territorio de la Unión, incluido el resto del territorio español, estarían sujetas a aranceles de importación, es decir, tendría un encarecimiento; Cataluña quedaría fuera de la Política Agrícola Común y de las políticas estructurales y, probablemente, podría conservar el euro, pero aceptándolo como sujeto pasivo, como ocurre en Kosovo, teniendo una moneda cuyo destino sería decidido por un órgano en el que Cataluña no estaría.

-Si el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, no se desmarca de la deriva independentista, ¿debe abandonar la Presidencia de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso?

-Eso es una cuestión que deben decidir los parlamentarios. Yo creo en la separación de poderes y es el Parlamento el que se dota de sus normas internas y elige sus órganos.

-¿En qué medida se ha visto perjudicada la Marca España por las tensiones secesionistas?

-La marca España en el exterior, que ha avanzado en 2012, podría haberlo hecho más si no se hubiesen arrojado dudas sobre la continuidad de Cataluña en España. Mire, las cuentas públicas europeas son mejores que las americanas y, sin embargo, los inversores prefieren irse a América porque dudan de nuestra voluntad de seguir juntos. Si eso es así a nivel europeo, a nivel nacional, puede ocurrir lo mismo. Esto tendrá un efecto negativo sobre una marca que estaba despegando en términos de notoriedad y reputación. Ir al banco, cuando uno está casado en bienes gananciales, a pedir un préstamo anunciando que al día siguiente se van a separar no parece que sea lo más inteligente para convencer al director de la entidad bancaria.

-¿Cree que el arquitecto Santiago Calatrava, que ha trasladado su dinero a Suiza , puede seguir como embajador de la Marca España?

-El título de embajador de la Marca España no es algo que haya hecho el Alto Comisionado ni, directamente, ninguno de los organismos o departamentos públicos que participan en la Marca España. Pero, para serle honesto, Pablo Picasso vivía en París y todo el mundo considera que forma parte de la Marca España. Creo que esto es algo que le produce mayor dolor de cabeza al ministro Montoro que a mí. Una cosa es un problema fiscal y otra que Calatrava sea un activo español y, por ello, parte integrante de la Marca España.

-En diversas ocasiones, usted ha criticado parte de las políticas de Alemania, sobre todo en lo que se refiere a una excesiva austeridad…

-Alemania, en una posición de país acreedor, y España, en una posición de país deudor, tienen visiones distintas. Hay que buscar un punto de encuentro entre los dos. Una política de austeridad y una política monetaria restrictiva, una política de no intervenir con energía en el mercado de la deuda pública a corto plazo puede favorecer al acreedor, pero, a medio y largo plazo, perjudica al deudor y al acreedor. A las pruebas me remito. En estos momentos en que empieza a haber dificultades en los países que tenemos que endeudarnos a precios muy altos y, por tanto, no podemos crecer, no compramos los productos alemanes. Esto es como el Titanic: si se hunde, se hunden también los pasajeros de primera clase.

-¿A qué se refiere al hablar de pegas «corporativistas» que impiden sacar la Ley de Acción Exterior?

-Es una ley de enorme calado, que pretende unificar la acción de todos los agentes que actúan en el exterior, que son muchos más que hace treinta años. Hoy, la política interior y la política exterior se confunden. De lo que pase con el euro depende la hipoteca que vayamos a pagar o los puestos de trabajo. Se trata de hacer efectivo el principio de unidad de acción exterior, para que todos los entes públicos o privados vayan en la misma dirección. Se pretende establecer una norma para un Servicio Exterior que está regido por normas del siglo XIX cuando tiene que actuar en el XXI. El problema de los recelos en determinados cuerpos, que se reproducen cada vez que uno hace un cambio, se podrá resolver, pero ese es el aspecto que menos me interesa de la ley, porque hay seis millones de parados y en eso debemos pensar.

-El apoyo dado al Estado palestino en la ONU, ¿nos ha hecho perder capacidad de influencia, como se ha dicho desde Israel?

-Creo que ahora tenemos mucha más capacidad de influencia que antes. España votó con la mayoría de la UE y de los países de la Comunidad Iberoamericana. Al día siguiente de la votación, algunos países de la UE que se habían abstenido lamentaban la abstención a la vista del movimiento de Israel de anunciar más asentamientos y una asfixia financiera a la Autoridad Nacional Palestina. España es amigo de los dos. Siempre hemos querido la solución de los dos Estados.

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