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Los beneficios de trabajar sin «calentar la silla»

Iberdrola ha logrado elevar la productividad en medio millón de horas anuales tras implantar en 2007 una jornada continuada con la que 9.000 trabajadores salen del trabajo a las tres y media de la tarde

Los beneficios de trabajar sin «calentar la silla» Ernesto Agudo

maría cuesta

Cuadrar el círculo de la vida laboral y familiar es una ardua tarea para millones de familias españolas. Especialmente para aquellas en que padre y madre trabajan fuera de casa y deben hacer encaje de bolillos con horarios partidos o, simplemente, interminables. Poco a poco, las empresas españolas comienzan a sensibilizarse con un problema que obliga a recurrir a los abuelos por las tardes, apuntar a un sinfín de extraescolares a los niños, o simplemente asumir que no hay lugar para el ocio de lunes a viernes. Pero la realidad es que todavía se cuentan con los dedos de las manos las compañías que ponen en marcha planes de conciliación de calado. Y aún son menos las que de verdad creen en los beneficios económicos que les pueden reportar.

Iberdrola se ha convertido en un ejemplo en este territorio. La empresa que preside Ignacio Galán aprobó en el año 2007 una jornada continuada para unos 9.000 trabajadores, cuyo horario actual es el de 7:15 a 15:30, con una margen de 39 minutos en la hora de entrada y de salida. La compañía asegura que con la medida ha obtenido un impacto positivo tanto para los empleados como para la propia empresa. «Desde que se puso en marcha la jornada continuada, la productividad ha aumentado en medio millón de horas anuales, se han reducido en un 20% los índices de absentismo y en un 15% los accidentes laborales», asegura Ramón Castresana, director de Recursos Humanos.

La eléctrica cuenta también con un manual de políticas de conciliación en el que ha incluido más de setenta medidas orientadas a facilitar la vida de sus empleados. Por ejemplo, las futuras madres tienen quince días de permiso retribuido antes de la fecha prevista de parto. Y luego disfrutan de una reducción flexible de su jornada a cinco horas diarias hasta que el niño cumpla el año, sin que eso afecte a su retribución fija. La reducción de jornada por lactancia es de 45 minutos en vez de los 30 fijados por ley, y la empresa reserva el puesto de trabajo hasta tres años en caso de solicitar una excedencia tanto por cuidado de niños como de un familiar de segundo grado.

Pero, ¿por qué no hay más compañías que se apuntan a este cambio? «Cambiar el tipo de horario en una organización después de décadas no es un proceso fácil porque implica una importante transformación de la cultura laboral. Es necesario, sobre todo, un cambio de mentalidad para aprender a dar valor al tiempo y saber gestionarlo. Es importante extender la idea de que la conciliación, además de un derecho, es rentable, e Iberdrola es un buen ejemplo», explica Castresana.

El salario emocional

«Hoy en día, los responsables de la gestión de los recursos deben ser conscientes de la relevancia del 'salario emocional', definido como calidad de vida, que aumenta en función de la conciliación y la flexibilidad. Este tipo de retribución, que el trabajador entiende tan valiosa como el sueldo, es un factor clave en aspectos esenciales como la productividad», concluye Castresana.

Lo cierto es que basta una rápida charla con empleados de la compañía para entender que la satisfacción de «tener la tarde para ti» es, para muchos, una de esas cosas que no se paga con dinero. Valeriano Muriel, empleado del departamento de desarrollo y selección e internacional de Iberdrola Generación, reconoce que los beneficios de la jornada continua han sido evidentes. «Me ha permitido disponer de más tiempo para atender a mi familia, amigos y aficiones; y ha contribuido de alguna manera a facilitar también el desarrollo profesional de mi esposa. Poco a poco se va erradicando el tópico de que 'cuantas más horas, mayor productividad'», asegura.

Pero no sólo se gana en productividad, también en compromiso. Cristina González-Alemán, de los servicios jurídicos de Iberdrola, asegura que «conciliar no significa trabajar menos horas. Al contrario, significa aprovechar infinitamente mejor la jornada laboral. El concepto de 'calentar la silla' está muy arraigado en nuestra concepción del trabajo, pero es un gran error. Cuando el trabajador tiene la posibilidad de decidir cómo gestiona su tiempo, tanto de trabajo como personal, su productividad, rendimiento y efectividad aumentan. A largo plazo, tener empleados descontentos es mucho más caro para la empresa que flexibilizar horarios».

Entonces, ¿los trabajadores devuelven de alguna forma a la empresa el apoyo recibido? «Por supuesto. Estas medidas han hecho que multiplique mi compromiso con Iberdrola», reflexiona González-Alemán. En la misma línea se muestra Muriel: «Me siento más predispuesto a esforzarme por mi empresa, porque veo que la empresa se preocupa por mí. No se limita a decir que las personas son importantes, sino que lo demuestra en el día a día».

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