Guy Sorman: «Cuando el Papa se equivoca de adversario»
«El Papa Francisco se equivoca cuando da a entender que el "mercado está divinizado". Ni empresarios ni economistas lo hacen»
guy sorman
En una exhortación apostólica el 1 de diciembre, Evangelii Gaudium, que no desaprobaría la presidenta populista de su país de origen, Argentina, el Papa Francisco culpa enérgicamente a la «nueva tiranía invisible del mercado». Esta denuncia más bien banal del capitalismo nos trae a la ... memoria un texto famoso del economista francés Frédéric Bastiat publicado en 1848: a los socialistas de esa época que atacaban, ya entonces, a la economía de mercado, Bastiat les respondía que era más fácil tomarla con lo que se ve –la pobreza, las desigualdades– que con lo que no se ve, como el crecimiento inexorable que el mercado provoca . El Papa, con todo el respeto que se le debe, ha caído por tanto en una retórica ordinaria; en nombre de los pobres, a los que dedicó su vida de sacerdote, denuncia lo visible e ignora lo invisible . Es desafortunado, pero no insignificante teniendo en cuenta la influencia que ejerce y merece este Papa.
Recordemos, por tanto, respetuosamente, un precedente edificante, el de Juan Pablo II, que también trató mucho el tema de la economía política. Cuando Polonia fue liberada en 1990 de la colonización soviética, Juan Pablo II trató de evitar que su país cayese en el capitalismo que aborrecía tanto como el Papa Francisco. Juan Pablo II creyó sinceramente que una Tercera vía, ni socialista, ni capitalista, conduciría a los polacos directamente de la pobreza a la prosperidad y la justicia social. Lech Walesa , que pasó del sindicalismo a la presidencia de la República, entonó esta misma canción. Sin éxito. Polonia se hundió un poco más en la miseria. Juan Pablo II , sinceramente preocupado, recibió clases de economía y eligió como mentor a Michel Camdessus , el director general del Fondo Monetario Internacional, un católico ferviente. Él convenció al Papa de que la economía de mercado no era más que un mecanismo, ciertamente imperfecto, pero era el más eficaz para reducir la pobreza de masas. Polonia, desde entonces, que sigue siendo católica y que se convirtió al capitalismo, es el único país de Europa que escapó de la crisis de 2008: la renta media se ha duplicado allí en 20 años .
Camdessus tenía razón: hay que juzgar a la economía de mercado por sus resultados, no por sus valores. ¿ Queremos o no un crecimiento que, a la larga, reduce por sí solo la injusticia social ? Los empresarios tienen la respuesta a esta pregunta. No es conveniente juzgar a un empresario por su conciencia moral, que puede tener o no, como cualquiera de nosotros, sino por sus resultados. Por eso, el Papa Francisco se equivoca gravemente –perdón, perdón– cuando da a entender, en su exhortación, que «el mercado está divinizado ». Nadie, que yo sepa, «diviniza el mercado»: los economistas seguro que no, y tampoco los empresarios. Por el contrario, los enemigos del mercado sí que lo «satanizan» . Es más, cuando el Papa Francisco defiende un «regreso de la economía en favor del ser humano», no podemos sino aprobarlo y señalar que la economía de mercado solo funciona al servicio del ser humano. Lo que el ser humano hace con los resultados del crecimiento y cómo lo distribuye es un tema totalmente distinto sobre el que la Iglesia tiene algo que decir. Es legítimo que oriente la asignación de los resultados del crecimiento mediante un discurso moral. Pero después de que haya un crecimiento. Antes del crecimiento y sin crecimiento, el discurso moralizador puede seducir, pero parece tan vacío como el de Juan Pablo II sobre la Tercera vía.
¿Quién será el Michel Camdessus del Papa Francisco? No tenemos constancia de que haya un economista en su entorno y no es seguro que Christine Lagarde tenga la modestia y la fe necesarias para instruir a un Papa . A falta de un mentor evidente, volvámonos hacia un pueblo sabio y, todo sea dicho, no muy católico: los suizos. Con ocasión de un referéndum a iniciativa popular celebrado el pasado 24 de noviembre y apoyado por los Jóvenes Socialistas, se les propuso limitar las remuneraciones de los directivos a 12 veces el valor del salario más bajo de su empresa. Pues bien, el 65% de los votantes rechazaron ese 12 contra 1 . ¿«Divinizan» los suizos el mercado y adoran a los directivos cuando se les paga demasiado? No lo creo. Pero saben por experiencia, al menos el 65% de ellos, que el mercado, imperfecto y útil, injusto y eficaz, aumenta lo que Milton Friedman llamaba «la libertad de elegir», incluida la de elegir la moral católica y la de practicar la caridad o la filantropía. Sugiramos respetuosamente al Papa Francisco un viaje pontifical a Suiza.
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