lecturas taurinas
La tristeza inconsolable de Antonio Ordóñez
Manuel Arroyo-Stephens relata una conversación con el torero en su libro «Pisando ceniza»
andrés amorós
Manuel Arroyo-Stephens fundó la librería y editorial Turner. Publicó varios libros de su amigo José Bergamín; fue seguidor y hasta apoderado de Rafael de Paula. Acaba de publicar un libro de relatos autobiográficos: «Pisando ceniza» (ed. Turner, 2015). En el segundo capítulo, «Melancolía del ... torero», cuenta varios recuerdos del mundo taurino; entre ellos, una conversación con Antonio Ordóñez , poco antes de su muerte. Éste es un fragmento:
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«Lo que le producía una tristeza inconsolable era que no fuera a quedar nada de lo que había hecho en los ruedos. La leyenda, dijo con desdén, pero la leyenda a mí no me importa. Eso no dura. De un pintor queda su lienzo, un músico escribe una partitura, a un poeta le publican sus versos. Pero lo que yo he hecho lo he hecho en el aire y con el aire se va. Hay aficionados que me dicen que queda en su memoria. Pero tú te vas a morir, les digo yo y no va a quedar nada. No va a quedar nada porque la fotografía y el cine son una mentira y los que crean que se ve algo ahí se engañan miserablemente. El toreo se hace en el instante y en el instante se muere.
«El toreo se hace en el instante y en el instante se muere»
Me parecía un poco desmedida su ambición de poner el toreo a la altura de la poesía y la música. Eso también le pasaba a Nijinski, le dije, sabiendo que era vano buscarle ningún consuelo, que todos los tenía descartados. Sí, contestó alzando la voz, casi con rencor: ¡pero Nijinsky no se jugaba la vida! (...) Por lo que llamaba ‘tres pases con sentimiento’ era por lo que él tenía el cuerpo lleno de cicatrices».
La tristeza inconsolable de Antonio Ordóñez
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