Un premio al toro bravo

No recibió una herencia fácil Victorino Martín, todo lo contrario: con ideas muy claras, talento y trabajo perseverante , consiguió salvar del riesgo de extinción a un encaste, colocar a su ganadería en un puesto de privilegio, hacer vibrar a los aficionados con tardes tan emocionantes como la de la llamada «Corrida del Siglo», disputar el protagonismo en los carteles a las figuras...

Sobre todo, Victorino logró convertirse en santo y seña del toro auténtico , el predilecto de los aficionados más exigentes, frente a la decadencia de la casta, en tantas ganaderías de las llamadas «comerciales»... Por eso, distinguir a Victorino significa, en definitiva, un premio al toro bravo.

Este «paleto» —el mismo apodo que se aplicó, en su día, a Domingo Ortega— forma parte ya de la historia de la Tauromaquia, con un papel muy importante en los últimos cincuenta años. Felizmente, no es sólo historia: ha vuelto con éxito a Las Ventas y brillado, esta temporada, en las Plazas más exigente s, propiciando tardes inolvidables. Ahora mismo, lograr el triunfo, con victorinos, sigue suponiendo el mejor aval para un lidiador clásico.

Con una listeza fuera de lo común, ha conseguido Victorino Martín criar un tipo de toro que no se confunde con ningún otro: ni en la presentación ni en el comportamiento. Este Premio Taurino de ABC reconoce el mérito de una trayectoria taurina singularísima , que tiene en su hijo a su legítimo continuador.

Deseo que Victorino pueda continuar en esa línea durante muchos años; también, que muchos ganaderos le acompañen en su defensa a ultranza del toro encastado.