Anne-Sophie Mutter: «Me inquietan algunos usos de la electrónica en la música clásica»

–Han pasado siete años desde su última visita al Palau de la Música, ¿lo ha echado de menos?

–Muchísimo, sí, porque es uno de los lugares más bonitos en los que he actuado a lo largo de mi carrera. Es un edificio extremadamente bello, capaz de crear el ambiente perfecto para la comunicación entre el escenario y el público. También tengo muchas ganas de volver a tocar con la Orquesta Nacional de España, con la que ya pasé maravillosas experiencias, trabajando repertorios contemporáneos con mucho éxito.

–La partitura de Max Bruch que interpretará es además particularmente especial, ya que la grabó con sólo 18 años.

–Sí, fue mi gran hito de adolescencia, ¡jaja! Es una partitura que estoy planeando regrabar, porque han pasado treinta años y mi interpretación ha cambiado considerablemente. Me parece una elección ideal para volver al Palau, porque es una de esas obras que, aunque no te apasione la música clásica, te arrastra a su mundo. Tiene el equilibrio perfecto entre virtuosismo y melodía, entre drama y ternura. Es imposible no enamorarse de ella, porque te habla directamente al corazón.

–¿Cómo ha evolucionado su amor por la música durante estos años?

–Mi comprensión de este lenguaje es más profundo, ahora sé que no hay nada estático, que todo es cambiante, incluso las partituras más clásicas e icónicas. Un músico debe sentir el gozo de acercarse a ellas de un modo diferente según pasan los años, según va creciendo como artista. Precisamente por eso quiero regrabar esta obra. Si te fijas en la vida de los grandes pintores, Cézanne, Monet, etc... Verás que solían intentar volver a proyectos antiguos, a repetirlos de otra manera porque los sentían de manera distinta.

–Y los cambios que ha experimentado la música clásica con, por ejemplo, la irrupción de la electrónica, ¿qué le parecen?

–A lo largo de la historia, siempre ha habido artistas que no pueden tocar la música que crean en su mente porque aún no existe el instrumento adecuado. La electrónica puede ser un instrumento poderoso porque es capaz de crear sonidos que no pueden surgir de otra manera. Lo que no me gusta es que con el violín electrónico, por ejemplo, el color de los sonidos los controla el hombre que hay tras el ordenador, encargándose de la mezcla final. Con el violín tradicional, los colores los crea el propio violinista. Es un uso de la electrónica que me inquieta.