Hazte premium Hazte premium

la larga guerra del siglo xx (i)

Más bajas civiles que de combatientes en los conflictos de un siglo sangriento

Las cifras absolutas del horror corresponden a la Segunda Guerra Mundial, pero en la Guerra Civil Rusa la proporción fue de 8 a 1 y en la China de 5 a 1

Más bajas civiles que de combatientes en los conflictos de un siglo sangriento

JULIO PONTE IGLESIAS

El conjunto de contiendas que a lo largo del siglo XX se fueron engarzando hasta formar la Larga Guerra arroja cifras de bajas realmente impresionantes. Combatientes o civiles, la muerte y la destrucción alcanzaron proporciones nunca conocidas hasta ese momento.

En la Primera Guerra Mundial, la mortandad se cebó muy especialmente en los campos de batalla. Las técnicas de ataques masivos —unidas a una cada vez más eficaz acción de la artillería y la mejora de las armas automáticas— provocaron, por ejemplo, que los caídos en el primer día de la Batalla del Somme, en 1916, alcanzaran los 57.740 hombres, y que al finalizar la misma se contabilizaran 1.058.907 bajas. No fue, sin embargo, la más sangrienta del periodo. Dos años más tarde, en la gran ofensiva alemana denominada Kaiserlacht, se produjeron más de un millón y medio de bajas de todos los bandos. A lo largo de esa guerra hubo ocho millones y medio de caídos en combate y otros seis millones y medio de civiles.

Casi inmediatamente después, la Guerra Civil Rusa establece un nuevo récord sangriento en cuanto a bajas civiles: más de ocho millones, si sumamos a las víctimas directas las producidas por el hambre, las deportaciones y las epidemias generadas por la contienda. En total, la población sufrió ocho veces más de bajas que quienes se enfrentaban con las armas.

Segunda Guerra Mundial

Todas estas cifras palidecen cuando se comparan con los sesenta millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial, entre los que los civiles son un 45 por ciento más que los militares. Especial relevancia tiene el peso de los bombardeos masivos a ciudades, con números ascendentes según avanza el conflicto. El blitz sobre Inglaterra de 1941 causó 20.000 bajas civiles, el bombardeo de Hamburgo de 1943 se saldó con 42.000, y el Dresde de 1945 superó los 50.000. La campaña de bombardeos sobre las ciudades japonesas produjo 120.000 muertos, sin contar los cien mil que perecieron en el ataque atómico de Hirosima o los 50.000 causados por la bomba de Nagasaki.

En cuanto a las cifras provocadas por los genocidios, fueron creciendo desde los 19.000 prisioneros polacos muertos a manos soviéticas en la llamada Matanza de Katyn a los cien mil de Manila y los 140.000 de Nanking, en ambos casos asesinados por los japoneses. O los 250.000 gitanos a quienes dieron muerte los nazis. Cifras de horror, muy lejanas, sin embargo, de masacres como las de los 3.200.000 rusos muertos en cautividad, los 5.500.000 judíos que perecieron en el holocausto o los 6.000.000 de civiles y prisioneros de guerra a los que quitaron la vida los japoneses.

Guerra Fría

Durante el resto del sangriento siglo XX, el peso de las bajas se continúa centrando principalmente en la población. Así, en la Guerra Civil China el número de no combatientes fallecidos es cinco veces superior al de caídos en enfrentamientos armados. En la Guerra de Corea la proporción es casi de tres a uno.

En Vietnam y los demás países envueltos en el conflicto del sudeste asiático, se invierte la proporción, a pesar de las campañas de bombardeo, el empleo de agentes químicos y los asesinatos masivos. También se observa ese cambio de tendencia en las reiteradas guerras entre Israel y los países árabes. Las características del rápido combate y la acción de la ONU limitaron su duración e intensidad, de manera que la proporción de bajas civiles frente a los caídos en combate se reduce a un 26 por ciento.

Desde nuestro punto de vista, los factores que más influyeron para elevar el numero de bajas civiles en relación con las de los militares, además del empleo de armas de destrucción masiva, fueron la duración de los conflictos, la lentitud o estancamiento de las acciones estratégicas, la ausencia de intervención o la inexistencia de reguladores supranacionales, como la ONU, y el total desprecio a los derechos humanos.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación