VERSO SUELTO
Ahora que vamos despacio
LUIS MIRANDA
Ahora que vamos despacio, vamos a ser biempensantes, tralará, vamos a dejar por el camino las muescas que el desengaño y la trampa sin disimulo le hicieron a la inocencia primero y a la buena fe después, y vamos a pensar que la justicia es ... independiente, que quienes mandan no levantan los teléfonos para ordenar tratos de favor y sentencias que no les den dolores de cabeza y que esos altos funcionarios que tienen la difícil misión de aplicar las leyes contestarían a cualquier intento de influir en su decisión llevando a su autor al cuartelillo. O al juzgado de guardia, que les queda más a mano.
Ahora que vamos despacio, pensaremos que el magistrado que la semana pasada le pasó la mano por el lomo a los musulmanes que se equivocaron de templo o de época ejerció como representante del poder judicial y no conserva ningún recuerdo ni servidumbre alguna de la época en que servía de forma legítima al poder legislativo, y como diputado socialista aplaudía con disciplina el sueño edénico de la alianza de civilizaciones. Ahora que vamos despacio, tenemos muy claro que hasta el Gobierno actual le hubiera defendido con voz firme y mano de hierro si hubiese encontrado culpables a los acusados y eso hubiera causado juramentos indignados en árabe, ya que no en arameo.
Ahora que vamos despacio y sabemos que todo es verdad, tendremos que pensar que si su compañera Mercedes Alaya, que tenía arrinconado al Gobierno de la Junta de Andalucía con el saqueo sanguinolento, apestoso y voraz de los ERE, se ha tenido que pedir una baja ha sido por romperse un dedo del pie o por una sinusitis por los ácaros de los sumarios, y no por que haya políticos que la estén presionando hasta el límite.
Ahora que vamos despacio, nos creemos que la sentencia lleva razón cuando decía que la zona donde los musulmanes se pusieron a rezar no estaba destinada al culto católico y hasta le echaremos una mano y diremos que se habían confundido con los mapas de colores que señalan las distintas ampliaciones históricas y pensaban que aquella parte de capillas era un oratorio multiusos o neutro, como los de los aeropuertos. Ahora que vamos despacio y descabezaremos una siesta en el jardín en que el león pace con el cordero, damos por bueno que todo aquello fue tan espontáneo como un arrebato místico. Ahora que vamos despacio, sabemos que estos musulmanes tan piadosos que no podían rezar en silencio no querían formar un escándalo ni salir en los papeles, fuera para hacerse las víctimas de la Inquisición si los enchiqueraban o para apuntarse un tanto frente al Occidente ex cristiano y timorato.
Ahora que vamos despacio, evitaremos los malos pensamientos con los que estos musulmanes rubios y de pinta aria se nos antojan demasiado parecidos a todos esos admiradores de las dictaduras que no padecen y aplaudidores de los atropellos que no sufren ni tienen muchas ganas de ver de cerca, porque, como ellos, disfrutan del ser musulmanes en países europeos, pueden rezar a su forma en templos católicos y ni sabrían que hay gente que se tiene que esconder o hacer el paripé si no es musulmana. Ahora que vamos despacio, incluso entendemos la indignación masiva y movilizada de los católicos cordobeses.
Ahora que vamos despacio, la tibieza no es el caldo en que mejor se cuece el extremismo. Ahora que vamos despacio, sabemos que ni hubo violencia ni más arma que una navaja suiza que se le cayó a alguien del bolsillo. Tralará.
Ahora que vamos despacio
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