El capitán Jesús Rubio ingresó en la Guardia Civil en enero de 1975. En el País Vasco. Ahí es nada, en plenos años de plomo. «Era una época dura, cuando el terrorismo dejaba casi un muerto al día», recordaba ayer, a la sombra de una ... estatua de sí mismo.
Sí, como suena. Porque, a sus 62 años, el agente más veterano de la Comandancia de Madrid (lleva en ella desde 1979, hasta la fecha) ha posado como modelo para la estatua que desde hoy homenajea al Cuerpo, especialmente al Servicio de Seguridad Ciudadana Rural, en la sede central madrileña, en Tres Cantos.
Rubio, de 62 años y natural de Coria (Cáceres), se ha bregado en casi todas las faenas imaginables. Hasta hace menos de dos años era el teniente responsable de Homicidios, en Madrid. Ahora, en sus últimos años de servicio, es el capitán adjunto al coronel jefe de la Comandancia, Domingo Aguilera.
En el acto de esta mañana, Jesús Rubio ha posado consigo mismo, en su versión de bronce, y con el director general del Cuerpo, Arsenio Fernández de Mesa. Se siente orgulloso de que le hayan tomado como modelo. «El donante de la estatua es un amigo mío, y una vez que eligió al escultor dijo que había que ponerle cara, y decidió que fuese la mía. Yo, como amigo y guardia civil, acepté», explica, con humildad, el capitán Rubio.
No es la única curiosidad en este asunto. El artista, Jorge Muñoz, tiene taller en Humanes, pero explica que su sala de exposición se encuentra en el mismo sótano donde los etarras que asesinaron a Carrero Blanco en 1973 cavaron el butrón donde colocaron la carga de dinamita.
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