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El recurso cada vez más común de las huelgas de hambre

Esta forma de protesta tiene un doble filo: etarras como De Juana Chaos la emplearon como un chantaje al Estado; otros, como el alcalde de Alburquerque, reivindicaban con ella un asunto social y económico para su pueblo. Además, este tipo de huelgas plantea un severo conflicto ético y médico en casos llevados al extremo

El recurso cada vez más común de las huelgas de hambre efe

Laura Riestra

Utilizada en sus orígenes como un movimiento de acción no violenta , en la actualidad la huelga de hambre se ha convertido en un recurso cada vez más común que, en ocasiones, se aleja de ese carácter pacifista para convertirse en un método de desafío e incluso de chantaje , tal y como reflejan casos concretos como el del etarra De Juana Chaos .

Más allá de su finalidad, toda huelga de hambre lleva implícita una serie de cuestiones que se ponen de manifiesto en momentos límite tales como cuando mantenerla entraña un riesgo para la vida . No solo involucra al que la lleva a cabo, ya que también plantea un problema ético y moral para el médico que la atiende, cuestión aún más conflictiva si se realiza cuando se está cumpliendo una condena.

Desde el prisma ético, existe la necesidad de « respetar las decisiones libres de las personas», según explica a ABC.es Pablo Simón , profesor del área de Ciudadanía, Ética y Participación de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Pero, ¿qué ocurre cuando un ciudadano anónimo decide mantener la huelga hasta el final? ¿ Se le puede obligar a recibir alimentación ? ¿Y si se trata de un preso? ¿Hay responsables en el caso de su muerte?

«En España la ley 41/2002 protege los derechos de los pacientes, incluido el derecho a rechazar tratamientos, salvo en caso de peligro para la salud pública. En este sentido es de vital importancia la sentencia 120/1990 del Tribunal Constitucional , que ratifica el derecho de las personas a rechazar el tratamiento y que excluye a los presos de este supuesto al dictar que se debe aplicar alimentación forzada cuando sea necesaria para impedir el riesgo de muerte (...) o cuando, según indicación médica, el recluso correa grave y cierto peligro de muerte o de entrar en una situación irreversible», explica Simón.

Estos supuestos y casos se han dado tanto a nivel nacional como en el extranjero en situaciones no equiparables pero que sí ejemplifican las cuestiones que plantean más allá de su finalidad al confluir aspectos éticos, médicos y jurídicos.

Riesgos para la salud

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En España, uno de los últimos en iniciar una huelga de hambre ha sido José Bretón , imputado como presunto asesino de sus dos hijos . En su caso, sin dejar de reafirmar ni un solo instante su inocencia, reclamó que se había puesto en huelga de hambre como protesta por la «injusta situación» que a su juicio está viviendo en la cárcel. Solo un día después su abogado anunció el final de su protesta.

AYTO. ALBURQUERQUE

También en el territorio nacional, un ejemplo de una huelga de hambre de un ciudadano no preso llevada al límite es la del alcalde de Alburquerque , quien abandonaba el pasado 9 de septiembre, tras 90 días, la huelga que ejerció en plena entrada del Ministerio de Industria. En su caso, fue la derogación de un proyecto de energía termosolar con el que contaba para el futuro del municipio, muy perjudicado por una tasa de paro del 42%, la que le llevó a protagonizar esta reivindicación tras la que perdió 25 kilos.

En esta misma línea fue la que llevó a cabo, en noviembre de 2009, la conocida activista Aminatu Haidar . En su caso la llevaría a cabo hasta conseguir regresar a El Aaiún. Logró un gran impacto mediático y su protesta fue seguida con una gran expectación hasta que finalmente, y tras 32 días sin ingerir alimentos, abandonó la huelga que ejercía en el aeropuerto de Lanzarote al conseguir que la permitieran regresar a casa. La falta de alimentación llegó a provocarle vómitos y dolor de estómago , lo que le provocaron el tener que pedir ella misma ser hospitalizada .

Estos dos últimos casos en los que los protagonistas, de forma voluntaria , pusieron fin a sus huelgas antes de que sus cuerpos les fallaran de forma definitiva. De no haber sido así, al no tratarse de presos, «no existe una argumentación legal que imponga a una persona la obligación de poner fin a su huelga», explica Simón.

La alimentación forzosa

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Diferente es el caso de Juan Ignacio De Juana Chaos , tanto por las motivaciones que existían detrás de sus demandas como por el modo de ejecutarla. Estuvo 63 días sin alimentarse por voluntad propia entre agosto y septiembre de 2006 para exigir su liberación tras haber pasado 18 años en prisión por múltiples asesinatos de inocentes. Tras ser condenado en noviembre a otros 12 años por unas cartas que la Audiencia Nacional consideró que constituían amenazas terroristas, forzó otro ultimátum al Estado de Derecho jugándosela con su propia vida, aunque en este caso se le alimentó de manera forzosa . Fue en julio de 2008 cuando comenzó su tercera huelga, justo antes de ser puesto en libertad, el 2 de agosto.

Es un ejemplo de cómo una huelga de hambre puede generar una controversia para el facultativo de Sanidad Penitenciaria, que debe cumplir su deber ante el paciente -que en este caso rechaza el ser alimentado- pero también como funcionario y trabajador de la Administración, que le obliga a alimentarle.

agencias

La estela de De Juana Chaos la ha seguido, ahora, Jesús María Uribetxeberria Bolinaga , a quien el pasado miércoles se concedió la excarcelación debido al cáncer que padece. Bolinaga inició una huelga de hambre, secundada -relativamente- por otros presos de la banda terrorista, incluyendo al portavoz batasuno Arnaldo Otegi, que terminó por abandonar para «priorizar su vida» . De haberla continuado hasta el final, hubiera planteado la misma dialéctica que en el caso anterior.

Ante el caso Bolinaga, las asociaciones de víctimas del terrorismo se lanzaron a las calles para protestar contra este chantaje de ETA y, además, han anticipado que son varios los que están dispuestos a comenzar una huelga de hambre frente a las puertas del Ministerio del Interior como forma desesperada para que «se les escuche».

Fuera de España

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Fuera de nuestras fronteras, en Cuba, las huelgas de hambre son un recurso del que los opositores al régimen se sirven para tratar de hacerse notar, no solo en su país, sino fuera. De hecho, este mes de septiembre al menos 26 disidentes han comenzado la que es considerada la mayor huelga de hambre en Cuba para pedir la excarcelación del preso político Jorge Vázquez Chaviano.

Hace nueve años Orlando Zapata , un albañil de 42 años que fue condenado en la ola represiva de la Primavera Negra de 2003, murió en un hospital de La Habana en 2010 tras una huelga de hambre de 85 días en la cárcel.

Cabe destacar también, entre otros, el nombre de Guillermo Fariñas , psicólogo y periodista independiente de 50 años, que ostenta el récord de huelgas de hambre y sed de la disidencia cubana, con veinticuatro protestas.

efe

Conocida y mediática fue también, por citar otro ejemplo, la huelga de hambre protagonizada por la exprimera ministra ucraniana, Yulia Tymoshenko , quien la finalizó de forma voluntaria .

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