deportes en celuloide (XII)
«Marathon Man»: correr contra los límites del dolor
El sacrificio del atletismo se mezcla con una intriga criminal en este «thriller» existencialista protagonizado por Dustin Hoffman

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El primer corredor de maratón de la historia, el soldado griego Filípides , murió de agotamiento nada más terminar la carrera. El propio mito dejó sellado el elemento de grandeza de este deporte: la lucha titánica contra los límites del dolor. Al igual que esos ciclistas del Tour de principios del siglo XX que se destrozaban el cuerpo en etapas de 400 kilómetros, el atleta maratoniano exuda un heroísmo masoquista .
"Babe" ( Dustin Hoffman ), el protagonista de "Marathon Man" , lo expresa a la perfección: "Soy corredor de maratones, estoy acostumbrado al dolor. Sé que está ahí, pero no le hago caso". En su caso, la afirmación es también una filosofía de vida. "Babe" vive con una herida permanente: el suicidio de su padre tras años de persecución política por la "caza de brujas" del senador McCarthy. Sus carreras por el neoyorquino Central Park forzando los límites de su cuerpo constituyen un adiestramiento para domar el dolor.
"Marathon Man" no es una película de deportes, sino un "thriller" existencialista. Una historia de espías que recala en "Babe" cuando su hermano "Doc", un agente secreto del Gobierno de Estados Unidos, es apuñalado por el doctor Christian Szell, un criminal de guerra nazi en fuga . Szell, que viaja a Nueva York buscando unos diamantes que tiene escondidos, sospecha que "Babe" puede conocer su paradero y lo hace apresar para torturarle e intentar sacarle información.
De nuevo, el dolor. El calvario de "Babe" a manos de Szell es de una dureza asfixiante. En una de las escenas más ásperas del cine de la época, el doctor, un experimentado dentista, le tortura perforándole los dientes. "Babe" logra escapar de los secuaces del malvado nazi (interpretado magistralmente por Sir Lawrence Olivier ) gracias a sus cualidades como corredor de maratón.
Pocas veces una escena de persecución callejera ha tenido tanto trasfondo en el argumento. "Babe" les da esquinazo, descalzo y roto por la tortura, mientras el montaje paralelo nos muestra una imagen en blanco y negro en su memoria, que le inspira para seguir corriendo: la leyenda maratoniana Abebe Bikila mientras cruza una línea de meta. Una imagen que ya hemos visto al principio de la película y que además decora en forma de póster la habitación de "Babe".
Su cautiverio con el doctor Szell y la posterior venganza contra él resultan ser la gran maratón para la que "Babe" se había estado preparando . Una carrera de fondo que le exige llevar al límite tanto el dolor físico como el existencial. Reconducir ese dolor es lo que le permitirá vencer al nazi en la línea de meta.
Szell supone un contrapunto a "Babe". Mientras este último está lleno de dolor, el nazi ha ido extendiéndolo a su alrededor. Casi se vuelve en su contra cuando un judío superviviente del holocausto reconoce en Nueva York a su "capo" de Auschwitz. Y sucede definitivamente cuando "Babe" logra acorralarle en un rincón de su propio territorio: Central Park . El corredor de maratón ha llegado exhausto a la meta para obtener su medalla: revertir su dolor en venganza.
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