Bob Dylan agranda Benicassim
El norteamericano encabezó el cartel del segundo día del festival junto a Miles Kane
MIGUEL MUÑOZ/JAVIER TAHIRI
Ya no había excusas. Después de un día de transición, marcado por la baja de última hora de los cabezas de cartel Florence + The Machine , el Festival Internacional de Benicassim contaba su primera jornada grande ayer viernes. Uno de los ilustres ... nombres, Bob Dylan, repetía fecha en España tras su concierto el pasado miércoles en Bilbao. El respetable se multiplicó respecto al día anterior al incorporarse el séquito de fieles del norteamericano. Dylan es Dylan, y su sola presencia en el cartel lo dignifica.
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Y en plena noche, apareció. Un anciano despreocupado, ataviado con un chaqué, pantalones tejanos blancos, pajarita y sombrero cordobés. Una mano en el micro y la otra reposando sobre el pecho. Media sonrisa pícara. Escupe versos como ráfagas hasta que suelta el que toda la parroquia ya tiene en los labios: «Tangled un in blue» . Entonces saca la armónica, se retuerce sobre las rodillas y sus pulmones regalan unos segundos de pura magia. A sus 71 años de edad, le basta con eso para comerse un escenario. Cuando uno tiene cerca a Dylan puede llegar a respirar un gramo de su grandeza.
Espectáculo inolvidable
Pero un concierto de la leyenda estadounidense siempre es una incógnita. Puede convertirlo en un trámite y tocar para acabar cuanto antes, o puede tener la noche y regalar un espectáculo inolvidable. En el FIB sucedió, felizmente, lo segundo. Incluso tuvo lugar uno de esos momentos que con el Dylan actual ya resultan memorables: se levantó de los teclados y se echó a hombros una guitarra eléctrica. Sonó « Simple Twist of Fate». El americano se arrancó con un largo solo aterciopelado.
El repertorio osciló entre temas de menor calado y varios clásicos. «Desolation Row», «Highway 61 Revisited», «Ballad of a Thin Man»… La velada arrancó con «Leopard-Skin Pill-Box Hat» y se cerró como tenía que cerrarse. Con «Like a Rolling Stone» como único bis, un tema que la audiencia coreó de principio a fin ante un Dylan cómplice. El gran trovador de siglo XX dejó hora y media de grandeza y se marchó, a seguir rodando. Siempre está ahí, en la carretera, listo para seguir regalando noches. Parece tan natural que el mundo de la música no es consciente del enorme vacío que quedará cuando ya no esté.
Justo antes del de Minnesotta, Miles Kane hizo las delicias del público. Uno de los nombres más prometedores de la actual escena británica, Kane llegó para presentar su último disco, «Colour Of The Shape» (2011), un compendio de pop clásico. Savia nueva que continúa la tradición del pop británico, Kane afirmó a ABC que «echa en falta más rock’n’ roll en los nuevos grupos». Su concierto de ayer por la tarde pareció verificarlo a base de guitarrazos y pop.
A pesar de la difícil papeleta de tocar antes que el maestro, Kane no defraudó a los miles de compatriotas que se congregaron para verle. Su concierto fue un tifón de energía que arrasó con todo a base de aullidos, guitarras llenas de brío y melodías de primera. El repertorio que conformó fue consistente, repleto de himnos hechos para ser coreados en la grada como «Counting The Days», «Quicksand» o «Better Left Invisible». Para el final, se guardó la joya de la corona, la aclamada «Come Closer». Júbilo entre las filas. Desde el principio, Kane llegó y se ganó a la audiencia en un abrir y cerrar de ojos. Ya no la soltó.
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