El rescate Total de La Caixa ante el plan de intervención Guindos 3.0
Los Franceses de Total vuelven a la carga sobre Repsol, esta vez con la idea de comprar tanto el negocio de producción como el de exploración. Puede ser la gran solución de La Caixa para no caer en las garras del FROB
josé antonio navas
Bueno es que hagas versos, pero no odas. Las grandes entidades de crédito han suplicado al secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, que mantenga el secreto del sumario sobre las auditorías de infarto presentadas esta semana por los gurús de Roland Berger y ... Oliver Wyman. La rogativa es una indirecta lanzada contra la línea de flotación del FMI y, en concreto, de Ceyla Pazarbasioglu, la economista turca responsable del informe que precipitó la crisis de Bankia y cuya participación es decisiva dentro del comité de supervisión encargado de redactar la nueva partitura del supuesto rescate financiero a España, con todas sus cifras y demás letras a cuenta.
El agujero máximo de 62.000 millones de euros es un dato conocido que nadie puede considerar inocuo, pero se convertirá en un arma de destrucción masiva en cuanto empiecen a desglosarse las distintas cantidades que corresponden a cada uno de los afectados. En los atribulados mentideros del sector se suceden las quinielas acerca del plan Guindos 3.0, algo así como el remate del tomate de una reforma interminable y que no va a dejar títere con cabeza, lo que traducido a la práctica implica que todo hijo de vecino deberá pasar bajo la horca caudina del FROB. Con excepción, claro está, de esos dos y medio secularmente ubicados por encima del bien y, sobre todo, del mal que aflige y afloja al sistema bancario en nuestro país.
Emilio Botín y Francisco González pueden respirar tranquilos porque los buques insignia del Banco Santander y el BBVA están blindados con la coraza de una diversificación internacional que compensa las pérdidas del negocio doméstico. Menos despejado se presenta el panorama del gran hermano de La Caixa, cuyas participaciones industriales pueden generarle serios problemas si, al final, se decide aplicar a rajatabla la doctrina de saneamiento auspiciada por Goirigolzarri y sus 24.000 millones del ala.
Después del enorme coste político y personal que Rajoy ha tenido que sufragar por el crédito europeo de los 100.000 millones no tendría mucho sentido que el Gobierno dejara pasar la oportunidad de cubrir hasta el último de los quebrantos habidos y por haber en el mercado crediticio. Ahora o nunca es la consigna lanzada por Moncloa, que induce a tomar las mayores precauciones a Isidro Fainé. El presidente de La Caixa sabe que las ayudas del Estado no serían gratis ni para la cuenta de resultados ni para la imagen reputacional de una entidad limpia de polvo y paja que ahora puede verse empujada de bruces al pelotón de los torpes. Una forma de impedirlo es reducir el peso del balance y acotar la actividad al puro negocio bancario. En otras palabras, conviene deshacerse de las aventuras empresariales o, cuando menos, seleccionar las que son menos estratégicas y ponerlas en almoneda con carácter urgente.
La operación limpieza, en la que viene trabajando Juan María Nin como lugarteniente en jefe de CaixaBank, representa una verdadera carrera de obstáculos dentro de un clima bursátil que está marchitando la valoración de las más rutilantes inquilinas del Ibex 35. Cualquier desinversión financiera puede dar rienda suelta a una minusvalía latente por lo que casi es preferible desprenderse de activos industriales que soltar paquetes de acciones en un mercado donde el caviar se cotiza a precios de boniato.
Trocear para vender, he ahí la cuestión que se cuece detrás del planteamiento que la multinacional francesa Total está a punto de formular como una oferta en firme a la dirección de La Caixa. La compañía presidida por Christophe de Margerie es uno de los pretendientes de toda la vida de Repsol y quiere culminar su amor platónico con la compra de todo el negocio de producción y exploración de la marca española. A buen seguro que la irrupción de los galos no le hace ninguna gracia a Antonio Brufau pero otra cosa muy distinta es lo que opine Fainé, que además de arreglar los problemas de su grupo financiero quiere acabar cuanto antes con la pesadilla de YPF en Argentina.
La expropiación a manos de Cristina Kirchner ha abierto una vía de agua en la línea de flotación de la petrolera española que sus accionistas más conservadores llegan a estimar en torno a los 12.000 millones de dólares. Todo dependerá de las demandas multimillonarias por daños ecológicos que los Kicillof y compañía están preparando para saldar el expolio con un justiprecio de cero pelotero. A esta cifra desorbitada habrá que añadir además otros 500 millones de dólares a pagar al amigo Eskenazy por incumplimiento de contrato. Fainé es de los que piensan que a Repsol le pueden sacudir por todos lados en Argentina y antes de que eso ocurra está dispuesto a buscar una solución definitiva y total. En el peor de los escenarios, a La Caixa, y a Brufau, siempre les quedará Gas Natural.
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