El antes y el después de Penamoa
Hace casi tres décadas, el poblado se convirtió en el hogar de medio millar de personas. Tras el derribo de las últimas chabolas, este supermercado de la droga se transformará en un pulmón verde para La Coruña
POR P. FUSTES/A. RODRÍGUEZ
A principios de los 80, Penamoa no era más que un monte situado a un kilómetro del centro de La Coruña. Hasta 1984. En esta fecha, el ayuntamiento herculino comandado por el socialista Paco Vázquez decidió construir una serie de infraviviendas, cubiertas de uralita y ... sin duchas. Se trataba del nuevo «hogar» de los chabolistas desalojados de la zona de La Cubela para la construcción de dos centros comerciales. Iba a ser una solución temporal para un período máximo de dos años, pero no fue así. La promesa del Gobierno municipal de adjudicarles una vivienda digna quedó en el olvido.
Poco a poco, y con el paso de los años, el poblado de Penamoa se convirtió en el punto de destino de los desalojados de otros asentamientos hasta llegar a albergar a más de quinientas personas y tres clanes familiares dedicados al tráfico de estupefacientes. Los escombros, la basura y las aguas fecales pasaron a ser compañeros de piso de niños y adultos que residían en el supermercado de la droga del noroeste peninsular.
El principio del fin de Penamoa llega con las obras de la Tercera Ronda. En agosto de 2007, el ayuntamiento pone a disposición de la Xunta los terrenos para construir el tramo de la circunvalación que atraviesa el campamento y ahí empieza el desalojo. En enero de 2008, se perfila el Plan Especial de Penamoa para la integración de los chabolistas. Un año después, caen doscientas edificaciones y galpones que eran utilizadas para la compraventa de drogas; 79 familias se adhieren al plan, 20 lo rehúsan. A finales de 2010 comienzan los primeros derribos por orden judicial que acabarían el pasado 20 de abril. Ese día, las excavadoras interrumpieron en Penamoa para acabar con las seis chabolas que todavía permanecían en pie. Veintiocho años de luchas políticas y protestas vecinales después, el concello herculino se encuentra ahora con un nuevo reto. El futuro de Penamoa.
La regeneración
Cuatro días después de los últimos derribos, el concejal de Medio Ambiente de La Coruña, Enrique Salvador, presentaba el Plan de Regeneración de Penamoa. Su misión, restaurar el espacio degradado por el asentamiento chabolista y recuperar su valor ambiental y paisajístico. Una actuación, ya en marcha, en la que se invertirán trescientos mil euros divididos en tres fases. La primera, ya finalizada, consistió en descontaminar y embalar las planchas de amianto y cemento de las cubiertas de las infraviviendas del poblado. Tras desmenuzar todos los residuos, se procede a su separación para localizar los trozos de amianto-cemento y su posterior transporte y embalaje.
Por último, toca la retirada del resto de elementos y residuos existentes en la zona para poder regenerar la superficie, incluidos los peligrosos, como frigoríficos o aquellos que necesitan una gestión específica, como neumáticos. El aporte de tierra vegetal y la plantación de especies arbóreas y arbustos, preferentemente autóctonas, darán el toque final para que Penamoa se transforme en un nuevo pulmón verde para la ciudad. Pero los planes del Gobierno local va mucho más allá de la recuperación de 70.000 metros cuadrados de terreno. Sin olvidar la integración social, el departamento de Servicio Sociales se ha puesto manos a la obra en la inserción laboral de los ex chabolistas.
El proyecto, que se desarrolla por medio de un convenio con la Fundación Secretariado Gitano y en el que se invierten 95.000 euros, conlleva la creación de un centro de orientación para la formación profesional ocupacional, orientación en la búsqueda de empleo, orientación socieducativa y acompañamiento en el acceso al trabajo de la población gitana; además de acciones de sensibilización a empresarios y entes públicos para facilitar el empleo.
Traslado a A Moura
Pero lo que sobre el papel parece sencillo no lo es en realidad. La desaparición de Penamoa trajo consigo efectos paralelos como la ocupación de cincuenta viviendas del edificio de nueva construcción de A Moura. Medio centenar de exchabolistas aseguraron tras el desmantelamiento del poblado que no tenían a dónde ir y pidieron al ayuntamiento herculino que extendiese las ayudas de alquiler. Tras semanas de incertidumbre y alarma social, la unión entre el Ejecutivo municipal y los vecinos resultó fundamental para que el juzgado dictaminase el desalojo de las viviendas. Aun así, la duda de a dónde se trasladará Penamoa se mantiene amenazante sobre los vecinos que se empeñan en denunciar que la droga sigue viva.
Freixeiro, el nuevo Penamoa
Con la desaparición del campamento coruñés, el mapa de la droga de Galicia se transforma y el poblado marginal de Freixeiro (Narón) toma el relevo como principal mercado de estupefacientes en la Comunidad. A él fueron a parar muchas de las familias que abandonaron Penamoa en los últimos años, lo que obligó a incrementar la presencia policial en la zona. Y es que las redadas se han convertido en el pan de cada día de los vecinos de este barrio, que han denunciado en varias ocasiones las amenazadas de los moradores del asentamiento. «A mí me llaman desde cabinas y me cuelgan; voy a trabajar al mar y hay gente que me manda recados. También me dicen que me van a partir las piernas», explicó un afectado a ABC.
Mientras, los operativos se multiplican. El último de ellos, el pasado 30 de marzo, se saldó con once detenidos y numerosas armas de fuegos incautadas, entre las que había un revolver del calibre 6 milímetros con 24 cartuchos, un fusil tipo Mauser y una escopeta de calibre 12. Con Penamoa fuera del mapa, todas las miradas están puestas ahora en Narón.
LA CORUÑA/NARÓN
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