El vicepresidente iraquí, acusado de terrorismo, huye de la Justicia

El dirigente suní voló lo más rápido que pudo a la Región Autónoma de Kurdistán y desde su capital, Erbil, se defendió de unas acusaciones que considera «fabricadas» por el primer ministro Nuri al Maliki , representante de la mayoría chií, a quien calificó de «tan dictador como Sadam».

La fuga del mandatario suní -a quien algunos medios iraquíes ya situaban en Turquía a última hora de la tarde- pone en peligro el diálogo nacional que las fuerzas de las dos sectas principales mantenían abierto para alcanzar la ansiada reconciliación.

De hecho, el bloque parlamentario formado por los diputados de la coalición Iraqiya , fuerza más votada en los comicios de 2010 y a la que representaba el vicepresidente, llevaba varios días fuera de la Cámara y ahora ha decidido boicotear también las reuniones del Consejo de Ministros en señal de protesta.

Hashemi buscó la protección kurda para responder a un país conmocionado por las confesiones de tres detenidos que declararon haber trabajado a sus órdenes. La cadena Iraqiya puso ante las cámaras a dos de sus guardaespaldas a los que supuestamente Hashemi había dado instrucciones para llevar a cabo operaciones terroristas. Una tercera persona perteneciente a las Fuerzas Armadas dijo haber recibido dinero del vicepresidente tras cometer distintos asesinatos con artefactos explosivos y pistolas con silenciador.

«Sé el objetivo que persiguen, es un ataque político» , argumentó la figura suní más importante de la política de Irak, que se negó a regresar a Bagdad, pero se mostró dispuesto a comparecer ante la Justicia en Erbil.

Una de las acusaciones más graves que destacan los medios iraquíes es la presunta organización del atentado con coche bomba del pasado 3 de diciembre en la Zona Verde de Bagdad contra el mismísimo Al Maliki , que salió ileso porque el vehículo explotó antes de tiempo.

Irak se rompe y sus políticos parecen dispuestos a empujar al país a la desmembración. Líderes tribales destacados de tres provincias suníes como Diyala, Salahadín y Al Anbar ya han mostrado su interés por convertirse en regiones autónomas siguiendo el modelo que la Constitución estableció para el Kurdistán tras la caída del régimen.

Después de 24 años en el poder, la minoría suní a la que pertenecía Sadam Husein se considera marginada en el nuevo Irak por las fuerzas chiíes que se hicieron con el poder en las urnas y por ello rescatan el modelo federal como arma para hacer frente a la administración central.

Tras los comicios de 2010 el pueblo votó por una lista no sectaria como Iraqiya, en la que había lugar para todo tipo de tendencias y en la que se encontraban los principales partidos suníes. Pero los posteriores acuerdos en la Cámara permitieron a Nuri Al Maliki continuar en el poder gracias al apoyo del Bloque Sadrista , formación política del clérigo radical chií Muqtada Al Sadr, dando la espalda a Iraqiya.

Con los suníes y chiíes enfrentados, los kurdos vuelven a ser jueces en Irak. De momento dan protección a Hashemi y el presidente regional, Masoud Barzani, realizó un llamamiento para organizar de forma urgente una Conferencia Nacional que ayude a superar la crisis abierta por la orden de detención contra el vicepresidente.