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Latigazos y prisión para una actriz iraní que actuó sin velo

La película se rodó hace cuatro años y llegó al país a través del mercado negro

MIKEL AYESTARÁN

«¡Esto no es Europa!» Miembros del basij (milicia de voluntarios islamistas) irrumpen en medio de una fiesta nocturna y detienen a todos los jóvenes allí presentes. A golpes y patadas les meten en un autobús y se los llevan a prisión. Es el final de una noche de música disco, baile y bebidas, es el final de una de las fiestas clandestinas que celebran los jóvenes teheraníes desafiando a sus autoridades.

El personaje encarnado por la actriz Marzieh Vafamehr sigue la detención desde un cobertizo próximo donde estaba con su pareja y no puede creerse lo que está viendo. Cuatro años después de protagonizar esta película, titulada «My Tehran for Sale» (Mi Teherán en venta), Vafamehr se enfrenta a noventa latigazos, algo similar a lo que sufrieron sus compañeros de ficción por tomar parte en la fiesta, y se dispone a pasar un año en prisión por su papel en la cinta, según denunció su marido, el también actor Naser Taghvai.

Detenida en junio

Taghvai asegura que su esposa fue detenida a finales de junio junto a otros actores que tomaron parte en la película, pero que es la única que será castigada. Según su marido, la actriz está en la cárcel de Garchak, en la provincia de Teherán, un antiguo gallinero que no reúne las mínimas condiciones de habitabilidad.

La primera película de la directora y poetisa irano-australiana Granaz Mousavi fue su trabajo de tesis doctoral y muestra la cara oculta de Irán, esa que todos conocen, pero guardan celosamente detrás de los muros, paredes y cortinas de sus casas. Es el Irán urbanita donde los jóvenes con gustos occidentales distan mucho de los píos basiyíes que las autoridades se empeñan en vender al exterior como hijos perfectos de la revolución de Jomeini. En «My Tehran for Sale» se fuma opio, la protagonista muestra su cabeza rapada sin cubrirse con el velo y se critica con dureza la censura que sufren los artistas y que les obliga a emigrar en muchos casos. Es una película realista que, según su director y productores, obtuvo todos los permisos del Ministerio de Cultura y Guía Islámica en el momento de la grabación.

Como gran parte del cine iraní, cosechó éxitos lejos de sus fronteras, pero no obtuvo el permiso de difusión en cines nacionales. Por eso se distribuye de forma clandestina en mercados callejeros junto a todo tipo de cine que no pasa la censura del régimen. «Antes se vendía a 12.000 riales (más de un dólar) y ahora, debido al proceso, se vende a 70.000 riales (6 dólares)», declaró a la web Kalemeh el marido de la protagonista.

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