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China abre el tren de alta velocidad más largo del mundo entre Pekín y Shanghái

A 300 kilómetros por hora, recorre los 1.318 kilómetros entre Pekín y Shanghái en cuatro horas y 48 minutos

PABLO M. DÍEZ

PABLO M. DÍEZ

Hoy se ha inaugurado el tren de alta velocidad entre Pekín y Shanghái, que circula a 300 kilómetros por hora y recorre los 1.318 kilómetros que separan las dos principales ciudades de China en cuatro horas y 48 minutos, la mitad del tiempo que hasta ahora empleaba el ferrocarril convencional. El avión tarda solo dos horas, pero es mucho más que caro, hay que desplazarse al aeropuerto con bastante tiempo de antelación y, además, cada vez sufre más retrasos debido a la congestión que empieza a sufrir el espacio aéreo chino.

Con una inversión de 220.000 millones de yuanes (23.458 millones de euros), superior al presupuesto oficial de la presa de las Tres Gargantas, se trata de la línea de alta velocidad más larga del mundo y ha sido construida en un tiempo record, ya que las obras comenzaron en abril de 2008 y han terminado un año antes de lo previsto. A partir de ahora, 90 pares de trenes efectuarán el trayecto en ambas direcciones, 63 de ellos a una velocidad de 300 kilómetros por hora y 27 a 250. En principio, estaba previsto que el tren alcanzara los 350 kilómetros por hora, pero el régimen chino decidió finalmente rebajar la velocidad “en aras de una mayor seguridad y para ahorrar un 20 por ciento de energía”.

Una decisión que ha levantado ciertas críticas sobre la rapidez con que se ha culminado el proyecto y las sospechas de que se ha terminado a marchas forzadas para hacerlo coincidir con el 90 aniversario de la fundación del Partido Comunista, que se celebra mañana viernes. Aunque el Gobierno chino insiste en que la línea cumple todos los estándares de seguridad, uno de los propios ingenieros del Ministerio de Ferrocarriles, Zhou Yimin, denunció recientemente que en la construcción se habían descuidado algunos aspectos que podrían provocar ciertos riesgos.

Crecimiento ferroviario prioritario

Para despejar las dudas, el Gobierno chino asegura haber realizado 1.500 viajes de prueba desde el pasado 10 de mayo. El lunes, unos 300 periodistas chinos y extranjeros, entre ellos el corresponsal de ABC, fueron invitados a viajar en el tren de alta velocidad entre Pekín y Shanghái.

Al igual que le ocurre al “tren bala” japonés, el “AVE chino” es algo más austero que sus hermanos europeos y prima la capacidad de pasajeros sobre el lujo, introduciendo en la clase turista filas de cinco asientos en lugar de cuatro. Junto a dichas plazas, que cuestan 555 yuanes (59 euros), ofrece sillones de primera clase por 900 yuanes (96 euros) y de “business” como en los aviones por 1.750 yuanes (186 euros). Por el mismo precio también se puede ocupar uno de los exclusivos asientos situados justo detrás de la cabina de los maquinistas, desde donde se puede ver cómo el tren avanza a toda velocidad por un paisaje que mezcla las plantaciones del campo con las constantes obras que está trayendo el desarrollismo.

“El crecimiento ferroviario de China tendrá la máxima prioridad”, ha anunciado el viceministro de Ferrocarriles, Hu Yadong, quien prometió que “el ritmo de producción no se ralentizará y la inversión no se reducirá”. En febrero, el ministro del ramo y principal impulsor de los trenes de alta velocidad, Liu Zhijun, fue cesado por corrupción, añadiendo más polémica a estas multimillonarias inversiones en infraestructuras.

Tras adquirir trenes de alta velocidad japoneses, alemanes y franceses, China ha desarrollado sus propios modelos y ahora intenta venderlos mucho más baratos en Latinoamérica y Oriente Medio, lo que ha provocado denuncias por copia de tecnología. Dentro de la modernización que está trayendo el extraordinario crecimiento económico del país, el régimen chino ha dado en los últimos años un impulso decisivo a la alta velocidad. En marcha desde 2006, a finales del año pasado había ya 8.358 kilómetros de vías por donde sus trenes circulan a entre 250 y 300 kilómetros por hora. El próximo año habrá más de 13.000 kilómetros y 16.000 en 2020. La nueva China ya circula a 300 kilómetros por hora con sus propios “trenes bala”.

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