Los «indignados» deciden mantener el campamento de Sol

Las distintas comisiones y grupos de trabajo propusieron dejar únicamente un puesto simbólico en Sol para evitar los problemas que está acarreando el campamento: inseguridad por las instalaciones, robos y diversos inconvenientes . Al final, la mayoría clamó por continuar con la mega infraestructura, así que durante los próximos días se trabajará por solucionar esas contrariedades. Las instalaciones eléctricas, la cocina y la presencia de personas con arma blanca serán sus prioridades.

«Nos adaptamos a las necesidades del campamento quitando obstáculos que suponen una dificultad para los vecinos y los comerciantes», explicaba una de las integrantes. Una minoría estaba por la labor de retirar hoy lunes el campamento. «Ya no tiene sentido seguir aquí. Podemos luchar en asambleas. El objetivo no es mantener esto», opinaban.

La idea de permanecer en Sol estaba presente desde primera hora de la mañana. Por la zona pululaba gente con mensajes colgados de su cuerpo en los que alertaban: «Aunque tú te vayas, yo me quedo» . Se desconocía aún la decisión final, pero los acampados se aventuraban a predecir lo que ocurriría: «Nos quedaremos. Quedan muchísimas cosas por hacer. Todo el mundo está de acuerdo en continuar aquí», explicaba uno de los componentes de la comisión de las artes. Otro compañero suyo lo corroboraba: «Si hay decisión de levantar todo esto, alguien se quedará aquí como muestra simbólica».

Fuera como fuese, lo cierto es que los «indignados» ya no estaban tan cansados y sus ánimos de continuar en la «comuna» de Sol permanecían muy vivos. Dos eran las razones: por un lado, el apoyo recibido el viernes después de los disturbios de Barcelona y Lérida —volvió a llenarse la plaza—, y por otro, el éxito recogido con las asambleas de barrios celebradas el sábado durante el mediodía en toda la Comunidad de Madrid, que en total, según los cálculos de los «desencantados», reunieron en distintos puntos a más de 28.000 personas.

Faltaban pocos minutos para que comenzara la asamblea general popular. El encuentro sacaría de dudas a los secuaces del movimiento y a los que están en contra. El ambiente estaba ligeramente exaltado antes de que el reloj de la Real Casa de Correos tocara las ocho de la tarde. Mientras, los comerciantes que ayer se atrevieron a abrir sus negocios cruzaban los dedos para que la acampada no continuara perjudicándoles. Algunos presagiaban lo peor: «Creo que no va a haber consenso y que finalmente unos se quedarán y otros se irán» , opinaba Ignacio Lano, presidente de la Asociación de Comerciantes de las calles Preciados, Arenal y Adyacentes.

La asamblea comenzó a las 20.30 y terminó a las 00.40. Al inicio, en la explicación de las reglas, ya dejaron claro que independientemente de la decisión adoptada, el movimiento 15-M continuaría con o sin campamento. «Ya estamos mirando fábricas abandonadas y nos han ofrecido algún que otro local. A ver cómo nos organizamos», explicaba uno de los miembros de la organización. Una de las propuestas hablaba de crear una «plataforma política» para que el 15-M no se olvide.

«Si se levanta el campamento, dejaremos un punto de información y nos iremos con una gran manifestación. Si nos quedamos, será hasta que se haya atendido a todos los lugares que no son escuchados, y hasta que haya sobreseimiento de los cargos de los detenidos», informaba una portavoz de la comisión de información. La plaza se deshacía en aplausos sonoros y silenciosos.