El aguijón de los «chicos malos»

Como de costumbre a Alex Ferguson le tocó armarse de paciencia para tener a Wayne Rooney , para unos el «chico malo de Liverpool» para otros «un hooligan con botas» , en el punto que quería en la final. Hasta tres veces tuvo que llamar el manager escocés a capítulo al díscolo, pero genial delantero. Le costó entrar en el partido, pero acabó haciéndolo pasada la media hora. Una recuperación en el medio, una asociación con Giggs y su chut se fue dentro para empatar a uno.

La «joyita» del Manchester requiere mimo, casi el trato de un adolescente en ocasiones. Estuvo especialmente poco maduro en el inicio de la temporada . Rooney comunicó que quería irse. Protagonizó algún que otro acto ligado a su habitual arrogancia. Incluso metió el nombre de algún club por medio para dar cuenta del interés por su fútbol. Al final, todo fue una estrategia para asegurarse una cuantiosa renovación —próxima a los catorce millones de euros— con los «diablos rojos» hasta 2015.

En Wembley, en la final frente al Barcelona, se esperaba más de él, aunque apareció para dar vida al Manchester United cuando más le ahogaba el Barça. El que no se arrugó fue Ryan Giggs . La semana venía marcada para el «mago de Gales» tras desvelarse, a través de Twitter, su desliz extramatrimonial con la concursante más sexy del Gran Hermano inglés , Imogen Thomas. El latigazo vía red social fracturó en la semana de la final su matrimonio con su esposa Stacey. La cuestión es que el asunto llevó a Sir Alex a dudar respecto a la idoneidad de alinear al extremo izquierdo de 37 años, con un palmarés trufado de trofeos e instalado en el éxito como jugador del United. Pese a todo, Giggs respondió. Se sobrepuso al delicado momento familiar y estuvo a tono en la final . Sin ser su mejor partido trabajó en el medio e intentó buscar opciones en su posición natural de extremo. Lo mejor fue su asociación en el gol de Rooney.

Hubiese querido Edwin Van der Sar decir adiós al fútbol de otra manera , pero el Barça le impidió colgarse el broche de oro a toda una carrera. «Pinocho» dijo adiós al fútbol en un partido amargo, el 266 con el United. Quizás pudo hacer algo más en el gol de Messi, pero por lo demás tuvo una buena actuación. Camino de los 41 años, su decisión de colgar los guantes ya la desveló a principios de este año. Deja el fútbol en un estado de forma envidiable para su edad, manteniendo sus cualidades identificativas como la sobriedad e inteligencia bajo palos, unos reflejos felinos, su agilidad y un dominio excelente del juego con los pies.