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El «protestódromo» del 22-M

Cientos de parados, antisistema, bomberos o abogados toman plazas, avenidas y edificios, en pleno «sprint» final de la campaña

BELÉN DÍAZ

M. J. ÁLVAREZ/CARLOS HIDALGO

A falta de menos de una semana para las elecciones municipales y autonómicas, colectivos profesionales y de jóvenes «descontentos, indignados y cabreados» pisan el acelerador en su particular campaña electoral. Dicen que no tienen detrás a ningún aparato político, pero lo cierto es que están calentando la calle para colarse en el debate. Y lo han conseguido. Son los Bomberos del Ayuntamiento, los abogados del Turno de Oficio y cientos de personas que han tomado la Puerta del Sol tras los altercados del pasado domingo, posteriores a la manifestación contra «los políticos y la banca».

La ciudad, en definitiva, convertida en un «protestódromo», con su máximo exponente en el kilómetro 0. La Puerta del Sol es el punto donde más de medio millar de personas, sobre todo jóvenes, han instalado su particular campamento contra «el sistema político actual y la banca». Dicen que son «apartidistas y asindicalistas» , que rechazan los actos vandálicos de la marcha del domingo, pero han llenado la plaza de carteles criticando la actuación policial y reclamando la puesta en libertad de los 19 detenidos.

También hubo quienes gritaron proclamas anarquistas y anticapitalistas, contra el bipartidismo e, incluso, reclamaron un nuevo sistema político, al modo de las recientes revoluciones árabes.

Pero sólo uno de los arrestados salió del complejo policial de Moratalaz ayer. «Democracia real ya», organizadora de la protesta, asegura que quedó en libertad por sufrir una dolencia cardíaca. El resto durmió anoche en los calabozos de la Brigada de Información, tras ser interrogados. Hoy pasarán a disposición judicial, acusados de daños y desórdenes públicos. Fuentes policiales precisaron que entre los arrestados no hay ningún menor y que no están adscritos a ningún partido. Según explicaron a ABC, son jóvenes que no pertenecen a la plataforma convocante y que aprovecharon el calor de la protesta para, cuando terminó, liarse a pedradas contra bancos e incendiar contenedores y mobiliario urbano. Un «modus operandi» sospechosamente similar al de recientes altercados.

Pasadas las seis de la tarde, centenares de personas levantaron en Sol una carpa junto a la estatua del Oso y el Madroño, donde comenzaron a hacer acopio de víveres y pancartas. También instalaron una mesa para recoger firmas y llenaron de carteles las «caracolas» de la estación de Cercanías, ante la vigilancia policial. Los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), «antidisturbios», pidieron que retiraran la carpa, puesto que la Delegación del Gobierno se niega a que se instalen cualquier tipo de «construcción»; sin embargo, los manifestantes se negaron, utilizando como arguemento la existencia de un «speaker's corner» del PP a unos metros de allí. Al final, tramitaron un permiso para que no les tiraran las lonas al suelo. Al cierre de esta edición, pasaban la noche al raso. La intención es mantenerse allí hasta el día de las elecciones, el 22 de mayo.

«Bochornoso»

En el paseo del Prado, el pulso de Bomberos al Ayuntamiento de Madrid, con su acampada sorpresa frente al Museo del Prado —emulando a los trabajadores de Sintel— en protesta por la falta de medios apenas duró 24 horas. Anoche, ellos mismos desmontaron su improvisado alojamiento, después de que la Policía Nacional acudiera sobre las ocho de la tarde y «les invitara» a abandonar el lugar. «Hemos decidido en asamblea y, por unanimidad, marcharnos. Somos pacíficos y no queremos enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad », explicó Julio César Seguí, delegado de CC.OO. A pesar de que la Policía Nacional no les presionó, el medio millar de efectivos instalados en tiendas de campaña entre la manzana comprendida ente la calle de Lope de Vega y la plaza de Neptuno pasó horas de tensión valorando qué hacer. «Es un gesto de buena voluntad; ahora la pelota está en el tejado del Ayuntamiento; esperamos que responda y dialogue».

Horas antes, el Gobierno local les acusó de «chantaje por el lugar y el momento elegido y de abochornar a la ciudad cuando solo quieren más dinero y menos trabajo». Estas palabras provocaron el malestar de los funcionarios: «Suponen una falta de respeto, no solo a nivel personal sino profesional, por las precariedad y el deficiente estado de las dotaciones. En cuanto al dinero, si fuésemos peseteros, no habríamos renunciado desde enero a hacer horas extras».

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