Gilbert & George: «Somos mortalmente serios»
Esculturas vivientes, exhiben desde mañana en la galería Ivorypress Art +Books 76 de las 564 obras que conforman su serie «Postales de la uretra»
NATIVIDAD PULIDO
Entrevistar a Gilbert & George es lo más parecido a que hagan una performance ex profeso para ti. Antes de hablar se acicalan para las fotos y obedecen sin rechistar al fotógrafo. Visten la misma americana (en diferentes colores; verde George, marrón Gilbert), el mismo bolígrafo ... en el mismo bolsillo, corbatas iguales (de un callejero, suponemos que de Londres), pero de diferentes colores; mismos zapatos, mismos gestos... Genios y figuras estos gentlemen 100% british. Derrochan clase.
—¿Es tan democrático su arte como parece? Arte para todos...
—Siempre queremos que el arte sea accesible al público en general. Todas nuestras exposiciones son gratuitas, incluso a veces pagamos parte de la comunicación y de los catálogos. Tratamos temas universales como la muerte, la esperanza, la vida, el miedo, el sexo, el dinero, la religión... (parecen concursantes del «Un, dos tres»; cada uno contesta una palabra alternativamente, y sin previo aviso).
—¿Qué aporta un soporte tan sencillo como una postal para que lleven tantos años trabajando con ellas?
—Es nuestra forma de hacer bocetos, que revelan algo interno nuestro. Cuando elegimos las postales también estamos enseñando nuestro interior. Comenzamos en 1972 a trabajar con postales antiguas y, en lugar de tomar las imágenes nosotros mismos, preferimos trabajar con esas postales y los sentimientos que quedan sobre ellas.
—¿Se han contagiado de esa fiebre que hay en Gran Bretaña con la boda del Príncipe Guillermo y Kate Middleton? ¿Han comprado ya souvenirs?
—No. Nos encanta su sonrisa (Kate), pero no nos sentimos involucrados con este asunto. Nos gusta el glamour que puede tener la Monarquía. Como buena parte de nuestro trabajo se centra en Londres, en alguna postales sí abordamos la Monarquía británica. No somos antiestablishment.
—¿Y monárquicos?
—La Monarquía constitucional es una forma muy intelectual de organizar y estructurar un Estado, más allá de la política. Involucra sentimientos y pensamientos, no solo política.
—La «Union Jack» inunda su obra. Jasper Johns hizo de la bandera norteamericana su sello. ¿Por qué creen que es un símbolo peligroso?
—Se utilizaba en el imaginario de la extrema derecha y en el de la extrema izquierda cuando se referían al enemigo. Los musulmanes, cuando se manifiestan contra Inglaterra, queman su bandera. La primera vez que la utilizamos fue en el 74. Hoy todo el mundo utiliza la bandera, hasta Gucci.
—La religión ha entrado en el mundo del arte contemporáneo, pero ustedes llevan abordando este tema toda su carrera. ¿Han tenido alguna vez problemas por utilizar un símbolo religioso? Hubo una fatwa por las caricaturas de Mahoma.
—Somos subversivos, pero no buscamos un confrontamiento con el islam en nuestra obra. Es muy peligroso. Estamos en contra del islam y sus principios, pero no queremos salir malparados. Lo hemos tocado en nuestro trabajo, pero de forma más delicada, respetuosa... Hemos introducido elementos como el burka, el Mulá... Nuestra calle está flanqueada por una iglesia cristiana y una mezquita. Tras el 11-S, se llenó de pegatinas antioccidente. Las utilizamos en nuestra obra. Hablan por sí solas, no hace falta posicionarse. Ellos escupen en nuestra bandera, pero nosotros no haríamos lo mismo con la suya. —¿No es una forma de autocensura?
—Siempre hay cierta autocensura. La hubo en nuestras exposiciones en China, en Rusia y hasta en París, donde no colgamos una cruz hecha con heces.
—¿Cómo valoran las revueltas en el mundo árabe?
—Es el principio de un proceso largo. Mucha gente tiene que liberarse de los dictadores, militares y religiosos. Somos unos privilegiados. Cuánta gente ha ido a la cárcel para que vivamos libres. Los cristianos actuaron como hoy los musulmanes, con ese nivel de opresión. Nos criaron pensando que habíamos nacido en pecado. Y seguimos esperando una disculpa por ello.
—En estas mismas salas expuso no hace mucho Ai Weiwei, detenido por el régimen chino por ejercer su derecho a la libre expresión.
—Nosotros ya expusimos en China en el 93. La única forma de exponer allí era pagar porque el arte llegara a un país con tanta censura. La hicimos con mucho mimo, pero nos autocensuramos en cierto modo.
—¿Qué papel juega el humor en su trabajo? ¿Se ríen de sí mismos?
—No creemos que el oficio de artista sea divertido. Nos gusta ser educados y no ser una carga para la gente con nuestros problemas.
—Pero sí hay mucha ironía...
—Todo humorista es alguien infeliz y, a pesar de ello, hace reír a la gente.
—¿Ustedes se consideran cómicos?
—Somos mortalmente serios.
—¿Creen que los Young British Artists (los Chapman, Hirst, Emin...) son herederos suyos o reniegan de ellos como hijos bastardos?
—(George hace el gesto de sacarse un papel del bolsillo). Tenemos una respuesta ya preparada: «No hemos visto nunca artistas tan atractivos».
—¿Hablan en serio?
—Muchos viven en nuestra calle.
—¿Pero se sienten padres de esa generación?
—Somos sus hadas madrinas.
—Dos gentlemen británicos exponiendo en el espacio creado por otro gentleman británico, Sir Norman Foster. Creo que le admiran mucho...
—Sí, por supuesto. Tengo una buena historia sobre él, dice George. Nos invitaron a dar una charla en el Palais de Tokio de París. Estaba muy oscuro. Gilbert creyó ver a una buena amiga, una historiadora, salir del coche, y le plantó un beso en la cabeza. Pero era Norman Foster. No lo conocíamos entonces. Creo que no le importó demasiado.
—¿Fue el comienzo de una buena amistad?
—Sí, lo fue.
—La irreverencia, lo políticamente incorrecto, ¿es para ustedes una forma de incomodar al establishment?
—Tenemos el apoyo de la religión. Un sacerdote nos dijo que estaba celoso porque estábamos más cerca de la creación que él.
—Como curiosidad, ¿el sacerdote sigue en la Iglesia después de ese comentario o fue expulsado?
—En Múnich, en un sermón en una iglesia animaron a visitar nuestra exposición. El sacerdote está a cargo allí de las almas de los artistas. Al final del sermón decía: «Si Jesucristo viviera, estaría al lado de Gilbert & George».
—Cuarenta años después, ¿siguen siendo los mismos performers de antaño? ¿Son ustedes sus mejores creaciones? El show debe continuar...
—Nos consideramos darwinianos en cuanto a la evolución de nuestro trabajo. Seguimos encarnando una obra de arte, una gran escultura viviente.
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