ANÁLISIS
Ruz apunta hacia Zapatero

El «caso Faisán» cobra una nueva dimensión política y alcanza no solo a Alfredo Pérez Rubalcaba, sino a un José Luis Rodríguez Zapatero que hasta ahora se había sentido blindado por su vicepresidente primero. Ello después de que el magistrado Ruz haya solicitado al Gobierno sus actas, si las hubiera, sobre las pasadas conversaciones con ETA. El que Moncloa se haya apresurado a responder que no existen, no alivia el cerco. La investigación de un «soplo policial» se ha convertido por tanto en un proceso contra aquella negociación en la que, presuntamente, se habló de impunidad para los terroristas.
Rubalcaba ha negado sistemáticamente que hubiera un soplo policial para frustrar la redada. Tanto en sede parlamentaria como en otros escenarios. El caso ha pasado por las manos de tres magistrados, Marlaska, Garzón, que lo frenó, y Ruz. Pero las investigaciones, no sin dificultades, avanzan. Hay tres imputados: el entonces director general de la Policía, el jefe superior de Policía del País Vasco, y un inspector. Pero si, efectivamente, hubo «soplo» para no interferir en las negociaciones con ETA, nadie se cree que fuera por iniciativa de determinados mandos de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Aquel «proceso de paz» estuvo liderado personalmente por Rodríguez Zapatero, como los anteriores lo estuvieron por Felipe González y José María Aznar.
Él hizo la solemne declaración en la que autorizaba el comienzo de las negociaciones con la banda terrorista. «Quiero anunciarles que el Gobierno va a iniciar un diálogo con ETA», aseguró en junio de 2006. Asimismo, los emisarios gubernamentales y algún mediador internacional visitaron con cierta periodicidad La Moncloa para informar personalmente a Rodríguez Zapatero del desarrollo del proceso de negociaciones.
La declaración ante el juez, en calidad de testigos, de los emisarios que representaron al jefe del Ejecutivo en aquellas negociaciones ponían a Moncloa en el punto de mira de la investigación. La reclamación de documentación colocan al presidente en el epicentro. Ni el blindaje de Rubalcaba evita que se pueda estar en disposición de descifrar la «X» del Faisán.
En el «soplo», además de pruebas, hay evidencias desde un principio. A diferencia de lo que suele ser habitual, el Gobierno no se atribuyó como un éxito aquella operación. Horas después, Rubalcaba explicaba que «se trata de una investigación que comenzó hace dos años». En aquel contexto de «distensión», aquellas palabras sonaban a «excusatio non petita, accusatio manifesta». Esto es, se diría que se excusaba ante ETA acusando a su antecesor en el cargo, o incluso al Gobierno de Aznar, de ser «culpable» del inoportuno operativo. Asimismo, el ministro del Interior lanzó entonces un mensaje de tranquilidad al asegurar que las detenciones «en nada» afectaban a las negociaciones. «No hay ningún dato significativo que impida continuar con el proceso de paz que el Gobierno pretende seguir desarrollando».
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