La Fura llena de basura el Real

Después de «Eugene Oneguin» y «Montezuma», este título es realmente la carta de presentación del proyecto de Gerard Mortier en el Real. Para él ha contado con dos ases: el grupo catalán, al que presentó en Salzburgo en 1999 con «La condenación de Fausto» y con el que ha colaborado —en el Real se pudo ver en 2005 su «La flauta mágica»—; y el joven director de orquesta Pablo Heras-Casado (entrevista en abc.es/cultura), con una imparable carrera internacional, que se pondrá al frente de la Orquesta Titular del Real.

Carles Padrissa, cofundador y uno de los directores del grupo catalán, reconoce que Mortier ha sido su «padrino» y que sin él «no hubieramos llegado al mundo de la ópera. Él nos llevó a París, a Alemania...». Ahora vuelven al Real para poner en pie su visión descarnada del texto de Brecht, una feroz crítica contra el capitalismo. El grupo ha dejado a un lado las tecnologías («no utilizamos vídeo, en todo caso dispositivas», bromea Padrissa y ha regresado a su esencia más teatral. «La obra es sobre la crisis, por lo que no era coherente hablar de ella utilizando medios muy abundantes», justifica. «Hemos hecho un esfuerzo de contención, de letra pequeña, de afinar más la dirección de actores... Ha sido volver al trabajo primitivo de La Fura que habíamos hecho cuando no teníamos tantos medios. Creo que el resultado va a gustar...». Obra de culto para algunos, a la que han hecho referencia cantantes de pop como Nina Hagen, David Bowie, The Doors o Marylin Manson, la ópera de Weill está llamada «a atraer nuevos públicos». En ella, se hace una crítica «del capitalismo exacerbado. De esas ciudades trampas, de ocio, donde si no tienes un duro estás muerto...»

La Fura ha utilizado como metáfora de ese mundo en decadencia la basura, que llenará el escenario del Real. «Cada español genera al año casi 600 kilos de basura, en Madrid y Barcelona más, casi 1.000 kilos..., y la obra habla de la caída y ascenso de una ciudad. Nos pareció que ésta podía estar representada por la basura que es originada por la gente que tiene dinero, que es la que realmente consume». «La obra pedía un posicionamiento por nuestra parte —continúa Alex Ollé, otro de los cofundadores del grupo—. La propia propuesta debía ser una crítica al contenido de la ópera, por eso hemos querido jugar con un elemento que generalmente no aparece en otros montajes de esta ópera. ¿Quién construye la ciudad de Mahagonny?». Así surgen los «Sin nombre», personajes anónimos en contraste con los nuevos yuppies y corruptos que vienen de Alaska. «Jugamos con los residuos humanos, corruptos, prostitutas, pobres... y los materiales». Los personajes se moverán entre montones de basura «arrojada por varios contenedores». En el plano vocal, la dificultad de la partitura requiere voces casi wagnerianas. Mientras Measha Brueggergosman interpretará el papel de Jenny; Michael Köning y Christopher Ventris se alternarán en el de Jim Macintyre; Donald Kaasch será Fatty; Willard White, Trinity; y Jane Henschel, Leocadia. El jueves, la ópera será retransmitida a 125 cines de toda Europa. Antes Mortier realizará una introducción de la obra.