Íker Casillas: «No es bueno tener una torre de babel en el vestuario»

—¿Y a nivel profesional?

—Me ha ayudado mucho. Tanto por el éxito colectivo como en la faceta personal. He aprendido muchas cosas. Y es verdad que la lección ha sido buena para todos.

—¿Dónde guarda las fotos levantando las copas de la Eurocopa y del Mundial?

—Las tengo en casa y ahora tengo que decidir dónde las coloco. Ya tenía puesta la de la Eurocopa, pero las buscaré una nueva ubicación. Las fotos del Mundial tienen mucha historia. También me quedo con la de Suiza en el primer partido. Refleja la desilusión, la tristeza, la amargura, el miedo por lo que podía pasar en la siguiente ronda. Y me quedo con la de la final, cuando levanté la Copa, porque nos hizo olvidar todo lo que pasamos. El sufrimiento ante Honduras, la agonía del tercero... Menos mal que luego crecimos a raíz del partido de Portugal en octavos de final.

—¿Ha tenido tiempo de repasar el álbum completo de fotos?

—Sí. Es emocionante. Cada imagen te traslada al momento exacto y me provoca sensaciones. Se me sigue poniendo la piel de gallina, los pelos de punta...

—Acudir a la llamada de la selección es un alivio. Ahí acaricia los títulos mientras en el Madrid no para de acumular malos ratos.

—Es cíclico. Ahora nos ha tocado vivir el momento más dulce con la selección que, curiosamente, coincide con uno malo en el Real Madrid. Cuando las cosas se están haciendo bien llegan los éxitos y esa es la línea que estamos buscando en el club.

—Ahora es el dueño de dos brazaletes.

—Doble responsabilidad entonces.

—¿Le motiva o le provoca dolores de cabeza?

—Son dos responsabilidades bien distintas. En la selección soy capitán desde hace cuatro años y he tenido la oportunidad de ir madurando la situación. He aprendido mucho de los anteriores capitanes y he tenido suficiente tiempo como para abordar esa transición sin muchos problemas. También me han ayudado mucho el resto de compañeros. En el Real Madrid también soy uno de los veteranos del equipo y me ha llegado poco a poco. He respetado el orden jerárquico anterior. Aquí es distinto.

—Ha tenido en Sanchís, Hierro o Raúl buenos maestros.

—Sí, pero también he aprendido mucho de Redondo, de Roberto Carlos...

—¿Qué aprendió de los que llevaron el brazalete?

—Muchas cosas. Me quedo con las grandes que he visto. Han sido unos maestros y unos ejemplos para inculcarme una serie de valores necesarios para llevar el brazalete.

—¿Cómo le gustaría que fuese el vestuario que ahora gobierna?

—Como una familia. Eso es lo principal. Sé que la convivencia es difícil y complicada en un vestuario. Quiero que todo el mundo se lleve bien también fuera del campo. Eso ayudará a lo que pase dentro. Si hay más roce y más «feeling», luego se palpa en el campo. Son vitales el compañerismo y la amistad.

—¿Es bueno que un vestuario como el del Real Madrid esté gestionado por jugadores nacionales?

—Sí. Es una máxima que se debería aplicar en todos los clubes. Ahora los plazos de permanencia de los jugadores en los clubes se acortan y es bueno que los nacionales echen raíces. No es normal que un jugador diga hoy que su equipo es el Real Madrid y al año siguiente, el Barcelona. Es complicado tener jugadores emblemas dentro de un club. Los clubes tiene que identificarse a través de los jugadores que son de la cantera.

—¿El modelo de compartir, como hace en la selección con Puyol y Xavi, se puede aplicar en el Madrid?

—Sí. En la selección es muy fácil. Nos conocemos todos desde hace tiempo. En el Madrid sería diferente, pero se puede hacer. En la selección se ha logrado un equipo competitivo y se acabó con una etapa de sinsabores. En este club ya sabemos lo que es ganar. Y hay que recuperar esa dirección.

—En el Madrid de los últimos años han pasado hordas de brasileños, holandeses, argentinos y ahora port ugueses. ¿Es bueno tanto jugador extranjero del mismo país?

—Siempre he pensado que no es bueno tener una torre de babel en el vestuario. Pero en este grupo hay gente muy joven, con mucha ilusión para lo que se nos avecina... Gente sana. Los argentinos, Gago, Higuaín, Garay y Di María, son gente noble. Que no está maleada. Otros estamos más curtidos en mil batallas. Tengo 29 años y soy el tercero más veterano por detrás de Dudek y de Carvalho.

—¿Cuántos entrenadores ha tenido en los once años que lleva en el primer equipo?

—Pues creo que once con Mourinho.

—Así es imposible montar un proyecto sólido.

—El mejor ejemplo es que he tenido hasta seis presidentes y el mismo en dos ocasiones. No ha existido una estructura clara de club en todos los sentidos desde que estoy aquí. Hemos tenido distintos directores deportivos, distintos entrenadores, distintos jugadores... La mejor etapa que he vivido en el Real Madrid ha sido cuando había una estabilidad. Desde el 1999 hasta el 2003.

—Mourinho habla maravillas de usted.

—Es muy fácil que el míster conecte bien con todo el mundo. Es una persona trasparente y que viene de frente. Dentro del campo exige mucho y le da igual los nombres. Y fuera del campo es uno más.

—¿Qué le ha sorprendido de sus pautas?

—La normalidad con la que afronta las cosas. Si no le conoces puedes pensar cualquier cosa de él, pero cuando le conoces te llevas una sorpresa para bien.

—En los medios se le dibuja como un personaje distante y altivo.

—Para nada. Sabe muy bien lo que hace. Lo tiene todo medido. Tiene estudiado qué hacer en cada momento. Es un fenómeno.

—¿A cuánta distancia se encuentra el Real Madrid del Barcelona en la parcela futbolística?

—Estamos construyendo un futuro y tenemos un sueño. No es bueno obsesionarse. De qué sirve decir que vamos a ganar ésta u otra competición si luego caes a las primeras de cambio como nos ha sucedido en los últimos años en la Liga de Campeones. Vamos a ir día a día. Partido a partido. Cada jornada es importante. No vamos a pensar en enero, en la final de la Copa del Rey o en la final de Wembley. Llevamos dos jornadas y ya se han escuchado comentarios de todo tipo. Tranquilidad y paciencia.

— ¿Cree que será una Liga entre dos equipos como el año paado?

—No. Los equipos se han reforzado bien. Los equipos ya plantan cara al Barcelona como demostró ayer el Hércules en el Nou Camp. Puede pasar de todo. Para mí, el Atlético de Madrid es un aspirante al título.

—¿Cómo ve la Liga de Campeones?

—El grupo es complicado, pero por eso mismo los jugadores estarán muy motivados. Jugar con equipos de menos nivel suele resultar más peligroso. Milan, Ajax y Auxerre son equipos para andar con mucho cuidado y con la mente puesta sólo en el campo. Nos viene bien arrancar en casa con el Ajax. Es vital ganar ya.

—El Milan se ha reforzado con Robinho e Ibrahimovic. Y ahí están Pato y Ronaldinho. ¿Habrá show?

—No lo sé. Lo veremos. No me asustan. Además, tengo ganas de que lleguen esos partidos.

— ¿La Copa del Rey debe ser una escapatoria?

—Es un objetivo prioritario. Como el resto. Partido a partido.

—Otros años no le han puesto tanta atención.

—Es cierto. Siento envidia de ver final tras final sin que el Real Madrid esté ahí. Perdimos la del Centenario y la de Montjuic y desde entonces tengo una espina clavada. Quizás luego vienen todas juntas. ¡Ojalá!