Al olor de la quema del 95

La crisis económica y su incapacidad para lidiar con ella, primero sin tomar medidas ni buscar acuerdos; ahora improvisando y recortando por lo más fácil y a los que no pueden defenderse ni protestar -pensiones, funcionarios, infraestructuras y Defensa- y siempre sin buscar acuerdos, llevan al presidente del Gobierno a la misma soledad parlamentaria en que se quedó Felipe González en septiembre de 1995. Su declive había empezado nada más salvarse de la derrota en los comicios de 1993, el de Zapatero queda jalonado desde 2008 con la explosión retardada de lo sembrado desde el principio: desde el rechazo a hacer cualquier reforma económica estructural hasta el Estatuto catalán. Y sin olvidar ocurrencias como «la Alianza de Civilizaciones» de la que ayer ya no parecía serio ir a ocuparse en Río de Janeiro.

Lo más grave ahora para Zapatero no es estar solo, sino que todos los grupos, de la oposición o sus antiguos aliados nacionalistas, le niegan cualquier crédito, le dan por amortizado o le esperan en el trámite de Presupuestos para arrancarle una última concesión que no podrá ser presupuestaria porque ha vaciado la caja para toda la legislatura. En otoño de 1993 CiU votó contra los Presupuestos de González y en marzo siguiente hubo elecciones. A Zapatero le quedará el margen de cambiar cromos con CiU a cambio de Montilla.