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«Brown y Cameron no pueden meter de nuevo al genio en la lámpara»

Nick Clegg, líder del Partido Liberal-Demócrata, es la auténtica revelación de la campaña británica. «Después de estas elecciones es imposible volver al bipartidismo», afirma

«Brown y Cameron no pueden meter de nuevo al genio en la lámpara»

Nada más llegar Nick Clegg al vagón de tren que nos lleva a Sommerset, en el suroeste inglés, se pone a hablar en castellano. «Muchas felicidades, Mercedes, siento no estar ahí», le dice por el móvil a su suegra, que celebra su cumpleaños. «Sí, sí, con energías, ya sólo quedan seis días», dice y le pasa el teléfono a Míriam González, que ayer se unió a la campaña electoral de su marido.

Quiere que esta entrevista sea en castellano, idioma que habla con su mujer y lengua materna de sus tres hijos. Así, su jefa de prensa no nos entiende y se crea una complicidad en la que participa Míriam. La conversación se interrumpe varias veces porque, por el pasillo del tren, se le acercan gentes que quieren saludar al gran protagonista de estas elecciones. Uno trae para que se lo firme un ejemplar de «The Guardian», diario que siempre ha pedido el voto para los laboristas y en su editorial de ayer pedía el voto para Clegg.

-¿Se imaginaba antes de la campaña que podía levantar tanta expectación?

-No me lo imaginaba, en absoluto, pero había una base real para lo que ha pasado. Durante años ha habido millones de personas que no votaban porque no les animaba la opción de tener que escoger entre dos partidos. En las dos últimas elecciones hubo más gente que se abstuvo de la que votó al partido ganador. Ahora la gente se ha visto liberada al tener una alternativa.

-La «cleggmanía» surge de los debates en televisión, ¿es por tanto algo relacionado con la imagen, con su telegenia?

-La idea importante es la que muesta que hay tres opciones, no sólo dos. La elección entre únicamente dos partidos ha sido el mapa político de este país en los últimos setenta años. Pero de repente la gente ve que esto ya no es así, que otro partido que antes también existía ahora forma parte del mapa y se le puede votar como alternativa. Es algo muy positivo, sobre todo para los jóvenes.

-¿Se ve pactando con los «tories»?

-Me veo pactando lo que la gente determine. Y no puedo adivinar lo que la gente va a decir en las elecciones.

-¿Pactará con el partido que tenga más escaños aunque no tenga el mayor apoyo popular?

-Si usted no es clave para apoyar un Gobierno estable, ¿se esfumará su presencia mediática?

-Después de estas elecciones es imposible volver a una cultura de dos. Que algo ha cambiado es evidente. No importa lo que pase el jueves. La gente quiere más opciones en política, como en los demás ámbitos de nuestra vida. En todo lo demás podemos escoger, laboristas y conservadores dicen que en política no, y tratan a la gente como a niños. Eso ha cambiado para Brown y Cameron y, como se dice en inglés, no pueden meter de nuevo al genio en la lámpara. Estamos en transición del bipartidismo del siglo XX a una nueva política más plural y diversa. Es un cambio que veremos en muchas culturas políticas en el mundo democrático.

-Su partido se presenta como una tercera vía entre conservadores y laboristas, pero en algunas propuestas están a la izquierda de éstos.

-Izquierda y derecha es un lenguaje político que no ilustra bien las cuestiones contemporáneas. Nuestro partido estuvo contra la guerra de Irak. ¿Eso es de izquierda o de derecha? Queremos bajar los impuestos a la gente de rentas medias y bajas. ¿Eso es izquierda o derecha? No lo sé, pienso que es liberal. Estamos por la protección de derechos humanos y derechos civiles, somos un partido multilateralista con una perspectiva muy abierta al mundo. Somos un nuevo partido, aunque de una tradición muy antigua que viene de Gladstone, en el siglo XIX.

-¿Realmente cree posible el «sorpasso» de los laboristas?

-Hay muchas posibilidades. Quiero conseguir más votos que los demás partidos, pero lo que está claro y vemos en todos los sitios a los que viajo es que hay mucha gente que se siente decepcionada con el laborismo de los últimos trece años, y buscan algo positivo y progresista. Hay periódicos como «The Guardian» que están virando del Partido Laborista al Partido de los Liberal-Demócratas. Es un movimiento muy importante.

-Usted propone una amnistía para los inmigrantes ilegales. En España también la hubo y fue duramente criticada por la UE...

-¿Seis? Ese es el problema. Escuche, yo soy pragmático. El problema es que aquí hay miles de personas viviendo y trabajando de manera ilegal porque los gobiernos conservador y laborista han gestionado espectacularmente mal la inmigración. Hay un problema. En política, como en la vida, ante un problema hay dos opciones: resolverlo o dejarlo crecer. La gran diferencia entre lo que proponemos nosotros y lo que pasó en España es que se trata de hacerlo de una sola vez, para resolver un problema del pasado. En España, por ubicación geográfica, las fronteras son más difíciles de controlar, como también sucede en Italia.

-¿Qué aprecia más de España?

-Hay tantas cosas que es difícil decir. Me encanta la comida, claro; la comida es estupenda. Todo, todo. Me encanta sentarme a la mesa en España para desayunar, para comer, para cenar... Acabamos de hablar con mi suegra, es su cumpleaños. Estamos muy cerca de la familia de Míriam, también de la mía. Me encanta la cultura familiar. Para mí es fenomenal. Los tres pequeños han estado en Olmedo durante la campaña, cómodos y contentos. Me encanta España, pero ¿qué voy a decir con mi mujer delante?

[«Cuidado, que si no ya no hay más croquetas», apunta rápida Míriam, recordándole uno de sus manjares favoritos, sobre todo las de jamón y queso que hace su suegra].

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