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Cataluña y las argucias de Zapatero

Una deflación política es el rasgo predominante actual de la vida pública catalana que así se hace de menos relevancia para sus propios intereses y para contribuir a las sinergias generales de España. Los procesos dinámicos catalanes cuentan menos por qué así lo han querido. ... Si las pulsiones e inercias nacionalistas no lo impiden, hay un camino entre una ciber-voluntad puesta a la altura épica de Verdaguer o el descenso a una página sombría de Tito Livio. En la trama política catalana, tan peculiar y tan erosionada, los precios de bienes y servicios han bajado al decaer la demanda, hasta el punto de que deje de circular el dinero, es decir, la política. Es el efecto principal de la deflación política, con el dinero de la confianza cívica retenido y fuera de circulación o registrado en forma de abstencionismo. Hace ya muchos años que el arancel no tiene valor determinante. Luego vino el pactismo. Eso quedó sustituido por contribuir a la gobernabilidad de España. Ahora, no se sabe. Por eso la sociedad catalana carece de la suficiente confianza en sí misma, en sus poderes y voluntades, al tiempo que no parece capaz de dar la necesaria confianza al conjunto de la sociedad española.

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