Hazte premium Hazte premium

La Cámara de los horrores

VARIAS veces, y por distintas razones, me he referido aquí a la innecesariedad del Senado. Dicen que es la Cámara territorial y más bien parece una factoría en la que se elaboran -con gran productividad, dicho sea en su alabanza- chascarrillos y situaciones cómicas. Es posible que los padres constitucionales, que no quisieron privarnos de ninguna de las piezas del muestrario democrático mundial, vieran en el viejo caserón de la Plaza de la Marina Española una válvula de escape, algo así como el Club de la Comedia, pero con mucho ringorrango, pretensiones institucionales, abundante plantilla de paniaguados y, ya en la demasía, hasta una piscina de agua tibia para que a los senadores no les falte de nada.

Ahora, a partir de una iniciativa de ERC que, en servicio al PSC, arropó con entusiasmo el PSOE, el Senado puede convertirse en un remedo de la torre de Babel de que nos habla el Génesis. Como en Babilonia, podremos asistir a la confusión de las lenguas y no dejará de resultar tan penoso como sintomático, tan ridículo como demostrativo de los efectos nocivos del mal uso de una Constitución, que, por ejemplo, un senador gallego utilice los servicios de traducción simultánea para entenderse con un colega de León o con otro de Guipúzcoa o de Tarragona. En defensa de tan singular y risible «avance» democrático se dice que satisface la demanda de muchos ciudadanos -¿si?- y que el coste de la instalación del servicio y su mantenimiento no es caro. ¿Los disparates de bajo precio son preferibles a los más costosos?

Leire Pajín, la senadora que más demostró su alegría ante la sinrazón mayoritaria, expresó su contento con unas palabras en un vascuence con aromas de doblaje de los sioux en una película de serie B, otro tanto de gallego como el de Xan das Bolas en una película de Cifesa y algo de valenciano al modo de Antonio Ferrandis en Cañas y Barro. España, como oportunamente defendió en el Senado el popular Juan Van-Halen, «no es un Estado plurilingüe». Son bilingües algunas de sus regiones y, a partir de esa incontestable realidad, convertir una Cámara inútil en algo parecido al Parlamento Europeo es un despropósito que sirve para entender la crítica situación, económica y política, que padecemos. En otro momento histórico, menos dramático que el presente, podemos herniarnos con tanta risa; pero, aquí y ahora, el sucedido invita al llanto y la desesperación.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación