El Atlético clama Uruguayo
Anfield pesa y a los visitantes acogota ese pasadizo estrecho, histórico que lleva desde las entrañas del mítico estadio al verde césped que espera entre los cánticos del «Nunca caminarás solo». Pelos de punta entre los de casa y entre los forasteros. Los primeros de ... emoción mal contenida, los segundos de respeto reverencial, casi temor no admitido ante la leyenda, que se te echa encima. [Narración y estadísticas]
Antes de los partidos supremos, los «reds» ya tienen una ventaja: estar allí. Y el Atlético, verde, verde en situaciones de alta tensión por la falta de costumbre en los últimos tiempos, dio un paso atrás primero y dos más cuando el grupo comandado por Gerrard se le echó encima con sables, bombas de calle, pistolones, balas de cañón y todo lo que encontraba en el sendero hacia el bueno de De Gea.
Sin mucho fútbol pero con cantidad de coraje, el Liverpool empujó al Atlético a cabezazo limpio, aturullando al rival a empellones. «Ahora voy, ahora descanso, ahora me tapo, ahora cargo con todo». El Atlético asimiló mal la táctica, o no táctica, de los ingleses. Salió poco y salió mal, sin apenas mantener el balón en su poder y buscando a sus dos balas de arriba sin apenas encontrarlos.
Un puñal suelto
Tuvo muy pocas ocasiones el Atlético, por no decir casi ninguna: un tiro de Agüero bien sacado por Reina y ya. El Liverpool atacó con todo, sin mucha cabeza pero con una racionalidad: Aquilani, que desde la media punta lo veía todo, llegaba a todo e inquietaba lo suyo en una posición flotante que acarreaba muchos problemas. Demasiados, de tanto cántaro, tanta fuente y tanta agua, el italiano agarró un puñal en el corazón del área y se lo clavó al Atlético para dejar todo en el aire, equilibrado, empatado, a la espera de una segunda parte que se antojaba infernal para los rojiblancos.
El problema atlético es que tenía inferioridad en el medio campo y por ahí se le iba el control del encuentro. A pesar de eso, se mantuvo más fresco y con más físico ante un rival que había sufrido un desgaste terrible en ese ir de forma desaforada, desorganizadamente, lo que hacía sufrir un calvario a los pulmones y a las piernas.
El Atlético recuperó gran parte del control del juego, pero sin apenas llegada arriba. Así se fue el partido hasta la prórroga. A mayor cantidad de tiempo, más posibilidad del habitual desorden defensivo del Atlético, que antes o después siempre llega. Sucedió por la banda derecha donde Valera se despistó y por allí entró Benayoun para cruzarla lejos de De Gea.
Estaba todo perdido, todo, pero quedaba partido y por ahí apareció el de siempre: el Uruguayo, el Cacha, el héroe de siempre: Forlán. para llegar por detrás al gran pase de Reyes y rescatar al Atlético metiéndole en la final soñada 24 años después con gran mérito y corazón de todos.
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