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Samaranch y la memoria

ENTERNECÍA ayer el zapear por las cadenas amigas de la secta socialista del Gobierno en las que dominaban por completo la información dos cuestiones principales. No eran otras, por supuesto, que la muerte de ese gran español, siempre hábil e inteligente, que fue José Antonio ... Samaranch, y por otro lado el debate parlamentario habido por la mañana, tumultuoso y agresivo. Los panegíricos -discursos o composiciones poéticas de tono solemne en los que se alaba a una persona de gran relevancia, como un héroe, un santo o un poderoso (diccionario de la lengua)- por Samaranch no tenían fin. Héroe, santo o poderoso o las tres cosas a la vez ha sido para nacionalistas y socialistas este español longevo que ha tenido una vida completa, consumada y feliz siempre arrullado por la suerte, el bienestar, sus habilidades y por el poder. Ha tenido este hombre sin duda extraordinario una existencia que ha sido un lujo. Descanse en paz. Sus méritos a favor de España, desde su embajada en Rusia a traer los Juegos Olímpicos a su ciudad natal Barcelona, están siendo recordados sin cesar y con mucha razón.

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