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Estrategias nacionalistas

EL Partido Nacionalista Vasco celebró ayer el «Aberri Eguna» -o «día de la patria»- con un llamamiento a la unidad de los nacionalistas, sobreentendiendo que el liderazgo de este frente abertzale le correspondería sin discusión. No faltaron tampoco ataques al Gobierno de Patxi López y al apoyo que recibe del Partido Popular, etiquetados uno y otro como meras sucursales de Zapatero y Rajoy. Pese a una aparente moderación de formas, el discurso del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, se mantuvo en la línea de deslegitimar la alternativa constitucional formada por socialistas y populares vascos, como si fuera un mero accidente histórico. Mientras el PNV no asuma la pluralidad vasca seguirá siendo una formación anclada en el sectarismo de Sabino Arana y un factor de perturbación de la democracia.

Sin embargo, los destinatarios principales del discurso de Urkullu fueron las diversas familias nacionalistas, a cuya fragmentación culpa de la derrota electoral en las últimas elecciones autonómicas. Por eso, la apuesta del PNV es volver a un coalición como la de Estella, con las actualizaciones oportunas, pero que no discuta su liderazgo, porque éste es el motivo principal de los enfrentamientos entre PNV y ETA, no el terrorismo, sino la competencia que se hacen el uno al otro para encabezar el siempre frustrado frente abertzale. La posibilidad de una coalición electoral entre Eusko Alkartasuna y el entramado batasuno -escenificado ayer en una marcha conjunta de Irún a Hendaya- preocupa al PNV no por razones éticas, sino puramente tácticas, en relación con su objetivo principal: recuperar la hegemonía perdida.

También ETA aprovechó la jornada para lanzar su propio mensaje, en el que culpa a la Policía francesa de haber provocado el tiroteo en el que murió el agente Jean-Serge Nérin, versión desmentida por las autoridades galas y que demuestra la falta de escrúpulos de los etarras para justificar lo injustificable. Por eso, ETA se reafirma en la violencia, legitimándola como «respuesta armada», y la adereza con guiños a las gestiones de los mediadores internacionales que han pululado por los medios en las últimas semanas, propalando las mismas patrañas sobre el fin dialogado de la violencia que precedieron a la tregua de 2006, pactada con el Gobierno socialista. No sería extraño que ETA concrete, antes de las elecciones municipales y forales de 2011, una nueva estrategia de engaño. El Gobierno y el PSOE ya están avisados de que aceptar más treguas sería, más que un error, una vileza.

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