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Te veo, te veo

J. M. CUÉLLAR

Los hay que tienen muchos bemoles. Ponerse a montar una película de a ver quienes son los malos con sólo dos opciones y media es situarse entre los dos pitones del toro para rozarle el hocico con la taleguilla. Así que por muchos intentos de despiste, de pruebas que parece que son pero que no son, de los tres platos girando a velocidad de vértigo con el premio debajo, no hay tu tía. Al cuarto de película se sospecha por dónde va, y en el meridiano de la misma ya hay una certeza casi completa de que nada es lo que parece y que los buenos son menos buenos y los malos menos malos. Como la vida misma.

Al menos, los creadores tuvieron una buena idea: realizar un casting con cuatro actores de similar importancia, más que nada para no descubrir la jugada por el lado más habitual: el de un secundario demasiado importante para que lo sea. El resto pasa, no molesta y se deglute con cierta ligereza gracias a unos paisajes idílicos y una aceleración de la acción en el último tramo de la cinta.

Pero no se engañen. No habrá sorpresas exageradas ni una narración brillante. Tampoco un trasfondo al que agarrarse. Sólo unos psicópatas de lo más normalitos y un físico al que pueden agarrarse ellas: el de Timothy Olyphant («Hitman» y «La jungla 4»), un chico que va in crescendo en Hollywood.

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