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Hamelin

SI tienes más de 45 años, si eres de clase media, si te educaste bajo la jerarquía de un maestro y te enseñaron a respetar los símbolos de tu país, si creciste creyendo en las virtudes del esfuerzo, no son buenos tiempos para ti en ... España. Tu criterio político cotiza en baja, votes a quien votes, porque se basa en los valores caducos de una democracia balbuciente e indecisa, y tu fuerza laboral ha dejado de ser significativa. El jefe de personal te mirará por el pasillo con los ojos inyectados en sangre, calculando los años que te quedan para ser carne de prejubilación, y si consigues evitar su puntería liquidadora más vale que no hagas planes a cuenta de tu pensión futura. En casa no te sentirás mucho mejor; tu hija post-adolescente puede abortar sin que te enteres, y en todo caso es probable que algún fin de semana regrese vomitando de madrugada y pase un par de días con las hormonas revueltas porque se haya tomado la píldora poscoital que compró en la farmacia con los veinte euros que le diste para irse «con las amigas». Y si has estudiado y trabajado lo bastante duro para alcanzar un empleíto de 1.500 euros netos al mes, no sueñes con cambiar de casa ni en el improbable caso de que convenzas al director de tu banco para que te conceda una hipoteca, porque dentro de dos años no podrás desgravarla. Eres una reliquia sociológica, una criatura de la Transición, una prematura antigualla. No estás de moda. No tienes futuro, y el presente tampoco te muestra su prometedora sonrisa de Gioconda.

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