Hazte premium Hazte premium

Andreotti y Nosferatu

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

No sólo había que encontrar un tono, sino que además era preciso mantenerlo: «Il divo», uno de los muchos nombres con los que se conoce a Giulio Andreotti, es una tragicomedia bufa sobre una de las piezas clave de la política italiana de la segunda mitad del siglo XX. El director, Paolo Sorrentino, encuentra admirablemente el modo de construir un personaje tan fascinante como despreciable, tan sutil como grueso, y tan eterno como el propio Nosferatu, que es en quien se fija el actor Toni Servillo para dejar su retrato a la misma distancia de lo patético y de lo sublime. Sorrentino y Servillo se dan el uno al otro lo que esta película (imposible de hacer tan entonada en cualquier otra cinematografía) busca y encuentra: un aire teatral, una construcción por escenas, una interpretación sin texto y sin gesto, una narración interior llena de ideas y de grandes frases, un tapiz impresionante y cínico de lo que es el poder, un vistazo, como de pasada, a la soledad del vampiro, un análisis personal y pasional a la política y una autopsia, o como mínimo biopsia, al corpachón de una época, que llevó a Andreotti con tanta fiereza a la presidencia del Gobierno y ante la Justicia.

Sorrentino ha construido un «anti biopic», con materiales tan hiperrealistas como surreales, y sin disimular un cierto toque reverencial y admirativo: ¡menudo tipo!

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación