Expertos militares cifran en 400.000 los soldados precisos para estabilizar Afganistán
El general Petraeus y Karzai buscan fórmulas para involucrar a los jefes tribales en la guerra contra Al Qaida
Para Barack Obama Afganistán es prioridad en política exterior. Según apuntó el presidente electo durante la campaña electoral, el nuevo Gobierno de EE.UU. retirará progresivamente sus tropas de Irak -«una distracción» en la guerra contra Al Qaida- para concentrarlas en el escenario que precisamente ... dio cobijo a las huestes de Bin Laden antes del 11-S y que siete años después de la caída de Kabul se ha convertido en un dinamitado callejón sin salida.
Pero Afganistán no sólo es cuestión de Obama. Será también la gran oportunidad de José Luis Rodríguez Zapatero para congraciarse con la nueva Administración estadounidense y restañar así heridas tras cuatro años de diálogo de sordos con Washington.
Tal y como apuntaba en las páginas de ABC ayer el embajador de EE.UU. en España, Eduardo Aguirre, la ecuación es sencilla: «EE.UU. pedirá a la OTAN más tropas de combate para Afganistán». Y a este punto, fuentes cercanas al Gobierno señalan que si así ocurriese «sería difícil negarse».
Toda una paradoja: Zapatero podría reconciliarse con el aliado norteamericano enviando soldados a una guerra lejana, iniciada por George W. Bush y con un escenario tan enmarañado como el avispero iraquí. Y es que el mes pasado se registró el mayor número de ataques contra las fuerzas de la coalición internacional por parte de los talibanes y milicias de Al Qaida. «Es una guerra, no una misión humanitaria», apuntan otras fuentes militares.
Sin tope de 3.000 soldados
¿Cuántas tropas serán necesarias? Ésta es una de las cuestiones que baraja el equipo en la sombra del presidente electo de EE.UU. para diseñar su nueva estrategia en Afganistán. Expertos militares consultados por ABC cifran dicho número de soldados en 400.000, una cantidad seis veces superior a la actual: 63.000 soldados (50.700 de la ISAF, bajo el paraguas de la OTAN, y más de 13.000 bajo el mando estadounidense de la «Operación Libertad Duradera» que opera en Kandahar, Bagram y Kabul).
El Ejército español cuenta en la zona con 780 soldados, según fuentes de la OTAN. Una cifra que le convierte en el duodécimo aliado de EE.UU.. Una aportación escasa si la comparamos con la italiana, francesa, alemana, holandesa o incluso polaca. Hay que recordar que el Ministerio de Defensa español da ya por superada la vigencia del tope de 3.000 soldados fijado para las misiones exteriores por lo que tendría vía libre para reforzar su compromiso con EE.UU.
La guerra en Afganistán no sólo planteará a la nueva Administración estadounidense el interrogante de la fuerza militar desplegada -equivalente a la que tuvo Kosovo (un territorio 59 veces más pequeño) en su momento más crítico-. Además supondrá la primera prueba de fuego para restablecer una política de multilateralismo y nuevas alianzas en la lucha global contra el «yihadismo».
Es aquí donde se enmarca el otro gran interrogante: ¿Negociar con los talibanes? El general David Petraeus, jefe militar estadounidense en Irak y Afganistán, ya se ha mostrado favorable y ha aplaudido los contactos -auspiciados por Arabia Saudí- del Gobierno de Hamid Karzai con el mulá Omar y otros líderes tribales. Petraeus también desplegará en Afganistán su apuesta por involucrar a esos señores de la guerra en la lucha contra los talibanes y Al Qaida, como ya hace en Irak, según manifestó ayer en la base aérea de Bagram.
Las vecinas Irán y Pakistán constituyen otras «equis» de la ecuación afgana a resolver por Obama una vez se haga con el Despacho Oval. Unas «equis» que hacen de Afganistán un avispero que nada tiene que envidiar a Irak. Y Obama a Zapatero le exigirá más.
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