«Camino» y Javier Fesser sellan poderosamente nuestro cine en San Sebastián
Camino es un viaje, un recorrido. Camino es el nombre de la niña protagonista. Camino es el título de la obra de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Camino es el título de la película de Javier Fesser que cerraba ayer la presencia ... del cine español en la competición del Festival. Y tiene mucho «camino» por recorrer esta película larga (y alargada), que contiene secuencias magistrales, momentos de una arrebatadora fuerza poética, que hacen de la confusión filosofía y del doble sentido espiritualidad. Su arranque es atronador: una niña está en su lecho de muerte, alegre, entregada a su amor a Jesús; su madre y algunos presentes participan con doloroso regocijo de esos momentos que preceden a la muerte.
Lo terrible se torna soportable para el espectador (todavía recién llegado), y la congoja que le producen las imágenes están empapadas de un cierto alivio. Todos los «caminos» de la película retroceden inmediatamente a algunos meses atrás, y se cuenta la vida de esa jovencita increíblemente vitalista, cuya familia, y ella misma, son profundamente católicos, en especial la madre y la hermana, que vive en una casa del Opus Dei y en una absoluta y total entrega a «la obra».
No se puede entrar en tromba en esos momentos clave, de gran cine que alisa y arruga los sentimientos y emociones de sus personajes, sin revelar en exceso los resortes de una trama que necesita ser devorada en orden. Fesser se toma su tiempo (y parte del nuestro) en introducirnos ahí, en ese mundo en el que a la búsqueda de la Luz se apagan las bombillas, pero sobre todo nos conduce pacientemente hacia el interior de esa niña, Camino, tan poderosamente confortable, tan entregada y romántica que su pasión por Jesús se convierte en su particular camino, en una especie de viacrucis que la conduce directamente a la santidad (la historia de Fesser está basada, al parecer, en hechos reales).
Y también se toma su tiempo y el nuestro Fesser en retratar a pinceladas a la madre, pasional y militantemente religiosa; al padre, rendido y con medio cuerpo ya fuera de la trinchera, y a la hermana, luminosa en tiempos, como Camino, pero desaparecida en el interior de su propio camino. Y todo este tiempo es tiempo aprovechado. Luego, hay otro más discutible en el que Javier Fesser se dedica a ser Javier Fesser y le abre paréntesis de imaginación y fantasía a la profunda sordidez de la historia. Todo ello junto es la película, y la duda es si ambas cosas, sentimiento equívoco y delirio fantasioso, no se hubieran revuelto, la película ¿sería la misma, otra, otra mejor?...
«Camino» es una obra tan brillante como excesiva, que te provoca atracción y rechazo, que retrata de un modo radiante, cromático y gustoso algunos rincones oscuros de nuestro propio interior, al tiempo que describe (en realidad, se describen a sí mismos) ambientes oscuros, taimados y calculadores con la creencia de que están en el mismo foco de la luz del sol. «Camino» es polisemia pura, es pluralidad de significados y disparidad de sentimientos, supongo que es una película tan fácil de reprobar, de maljuzgar, como difícil de olvidar algunos de sus imborrables momentos. Todos sus actores están magníficos, Carmen Elías, Mariano Venancio, Manuela Vellés, pero la niña Nerea Camacho no está magnífica, está literalmente gloriosa, bienaventurada, completamente celestial.
También en competición se proyectaba la canadiense «Maman est chez le coiffeur», de Léa Pool, una agradable película sobre unos sucesos desagradables, vistos desde esa altura apasionada de la primera juventud. Son los ojos de una joven, a punto de entrar en la vida adulta, los que nos cuentan esas desagradables cosas de los mayores. No es nueva ni la historia ni su punto de vista, pero Léa Pool deja que rezume de ella cierto encanto de época (los sesenta), musical y visual, además de algunos refilones de otras películas magistrales sobre ese tema, como «Matar un ruiseñor».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete