Una vuelta al Globo en unos cuantos cafés
Centros de reunión de eruditos, intelectuales y artistas ayer, en la actualidad los cafetines literarios tienen otra fuente de ingresos crucial: el turista. Recorremos algunos de esos lugares de aquí y de allá al rastro del mejor grano molido
érika montañés
En busca de la mejor taza de café del mundo, viajamos por esos recodos de la Historia y la Literatura que se convirtieron, sobre todo a partir del siglo XIX, en los epicentros de la vida cultural de las magnas ciudades de aquí y allá. ... El Gijón, El Comercial en Madrid, el Iruña en Bilbao y el Gran Café del barrio gótico de Barcelona, además del Novelty de Salamanca, son esos rincones que ayer sobrevivían dentro de nuestro país al socaire de un buen libro y el aroma del mejor grano y hoy lo hacen con la aportación imprescindible del turista y el viajero.
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El café literario no tiene caducidad, ni frontera. El viajero no puede perderse, en su visita a los cafetines más emblemáticos del planeta, el Expresso Pocitos de Montevideo, uno de esos lugares que permanecen incólumes al paso del tiempo y que si hace años albergaba las conversaciones (quién sabe si también melodías) de Carlos Gardel y servía a clientes prolijos como el prócer uruguayo Jorge Batlle , hoy sirve los cafés con el mismo brío del primer día. Lleva más de un siglo abierto, instalado primero en la acera de enfrente y luego en la esquina sita entre la calle Benito Blanco y la Avenida Brasil y en este tiempo no ha dejado de ver pasar a gentes de todos los estratos sociales. Personalidades del mundo de la judicatura, conocidos deportistas, ruedas de prensa de afamados artistas, conferencias de amigos... todos se han sentado a las mesas del local fundado en 1910 y regentado desde 1962 por su director gerente, el gallego errante Manuel Ramos , uruguayo de adopción.
Se trata de uno de los bares de más solera y antigüedad de todo el Nuevo Continente, con reminiscencias españolas en cada una de sus paredes y que nunca, presume, ha cerrado sus puertas. Asegura Ramos que abren todos los días del año y, quizás por ello y por su buen café, se haya convertido en punto de referencia obligado para multitud de periodistas, políticos y consumidores habituales.
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