artes&Letras
Casiano Alguacil y el Greco en abril de 2014
El otro centenario
Raafael del cerro malagón
Hace un año, desde esta la tribuna de la prensa señalaba que en 2014, además del recuerdo del Greco , también se cumplen cien años de la muerte de Casiano Alguacil Blázquez (Mazarambroz 1832-Toledo 1914), considerado como el gran patriarca de la fotografía toledana ... en el siglo XIX, al que todavía se le adeuda alguna mención de la ciudad, según rezan los acuerdos municipales de 1985. Vaya pues este nuevo recordatorio al hilo de una casualidad, y es que los días 2 y 3 de abril tuvo lugar el VI Encuentro de Historia de la fotografía en Castilla-La Mancha organizado por Anabad Castilla-La Mancha, el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha y la Facultad de Humanidades de Toledo, dedicado a evocar el centenario de Alguacil. Y este lunes 7, fiesta local, es la fecha elegida para recordar los cuatrocientos años de la muerte del Greco. Así pues, en el espacio de seis días se está hablando de un fotógrafo del XIX y de un pintor del XVI en los que se pueden apreciar ciertas similitudes vitales.
Ambos nacieron fuera Toledo y llegaron aquí con poco más de treinta años. El Greco, cumplidos los 35, se estrenaba en 1577 en Santo Domingo el Antiguo; Alguacil, con 34, desde el periódico El Tajo, daba conocer el comienzo de un museo fotográfico por entregas en agosto de 1866. Por otro lado, el pintor se olvidó de Felipe II cuando vio que el monarca despreciaba el Martirio de san Mauricio porque no movía «la gana de rezar». El fotógrafo, en 1902, desde su ideología republicana, aparece en el semanario La Idea como modesto donante para una obra benéfica ante una iniciativa oficial para erigir un monumento a Alfonso XII. El Greco y Alguacil se avecindaron en Toledo durante la mitad de sus vidas, sin embargo, facturaron más allá de la ciudad su obra; las pinturas del primero fueron vendidas gracias a su hijo Jorge Manuel y al fiel ayudante Francisco Preboste; el segundo se valió del correo y del ferrocarril para remitir los perfiles de Toledo en sales de plata a lejanos destinos. En lo más cercano, los Theotocopuli atendieron encargos del Ayuntamiento, como la reforma de la Casa de Comedias en 1604 en la plaza Mayor. Casualmente, sobre el mismo asunto, Alguacil, actuando como concejal, se involucró en la construcción del nuevo coliseo que fue inaugurado en 1878 sobre el solar del vetusto teatro del XVII. Por otra parte, aún sin salir de Toledo, el Greco mantuvo inquietudes cosmopolitas gracias a un selecto grupo de amistades que entendían el latín, el griego o el italiano; Alguacil viajó fotografiando el patrimonio de varios lugares y cultivó a través de su culta cuñada, Salud Hernández, guía-intérprete de Toledo, el trato con viajeros extranjeros que recalaban aquí para ver la ciudad y las pinturas del Greco que aún, curiosamente, permanecía intactas en sus cunas desde hacía tres siglos.
El pintor luchó y litigó a lo largo de su vecindad en España para ser remunerado como artista y no como un humilde artesano. Llevó un alto nivel de vida pero sus últimos años fueron de estrecheces, impagos y préstamos, recibiendo ayudas de sus amigos más fieles como fue el regidor Gregorio de Angulo. El fotógrafo vivió su cenit entre 1874 y 1900, atendiendo a selectos suscriptores o retratando el patrimonio para altas instancias como la Comisión Central de Monumentos. Sin embargo, nuevos fotógrafos asentados en el centro de la ciudad como Ros, Eugenio Rodríguez, Lucas Fraile o Compañy, con modernas cámaras y nuevos materiales fueron restando encargos al artesanal laboratorio de un Alguacil estancado en técnicas que sonaban a fórmulas magistrales de vieja alquimia: colodión húmedo, albúmina o gelatino bromuro. Al igual que hizo el Greco, repitiendo apóstoles y santos franciscanos para satisfacer los gustos de una devota clientela, el viejo Casiano reeditó mil veces Toledo y los tipos de sus calles pobladas de sombrereros, barberos, zapateros, pordioseros o azacanes rodeados de sufridos rucios.
Gracias a los inventarios que hizo Jorge Manuel Theotocópuli en 1641 tras morir su padre, se puede intuir al artista con la ayuda de la relación de sus libros, los modelos que utilizaba o las obras que aún estaban en el taller, desconociéndose el paradero de éstas o el uso que hiciesen terceras manos. En el caso de Alguacil , además de los negativos y positivos conservados, se puede recomponer su producción gracias a los catálogos que editó para difundir sus fondos. Sería sorprendente hallar géneros que otros colegas más jóvenes practicaban de ordinario en las galerías repartidas por Zocodover o la calle del Comercio desde finales del XIX, dedicados a retratar criaturas recién cristianadas, niños primocomulgantes, estirados cadetes, parejas de recién casados con rostros de susto o viajeros disfrazados con turbantes y muselinas en un harén de cartón piedra.
El maestro Doménico falleció a los 73 años, tras haber recibido ayudas de amigos como el citado Gregorio de Angulo. El hijo heredó una magra hacienda y un duro pleito resuelto con el embargo de sus bienes al no haber concluido los retablos y las pinturas contratadas para la capilla del Hospital de Tavera. Casi tres siglos después, en 1906, el viejo Casiano, con 74 años, recibía de sus amigos más cercanos unos premios en el Concurso Regional de Fotografía Manchega celebrada en la feria de agosto de Toledo , galardones que sonaban a epitafio de una vida que se apagaba. En 1908 Alguacil cedía su legado al Ayuntamiento para crear un Museo Artístico y Fotográfico -por cierto uno de los primeros de España- a cambio de una modesta gratificación y el ser atendido como enfermo distinguido en el Hospital de la Misericordia, ubicado entonces en la plaza de Padilla. Allí murió el 3 de diciembre de 1914, es decir, en el mismo sitio que acogerá en abril de 2014 el primer recuerdo público de su centenario. Una última casualidad es que desde el viejo edificio hospitalario y académico de Padilla se oyen y se ven las campanas del cercano convento de Santo Domingo el Antiguo, la primera cripta que acogió los restos del maestro Doménico Theotocópuli el 7 de abril de 1614, hace ahora cuatro siglos.
Casiano Alguacil y el Greco en abril de 2014
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