Toledo rescata del olvido a Félix Urabayen, el navarro enamorado de la ciudad

La Biblioteca de Castilla-La Mancha se ha propuesto rescatar del olvido a Félix Urabayen, el escritor navarro al que considera toledano porque estaba «enamorado» de esta ciudad en la que transcurrió gran parte de su vida y, sobre todo, de su actividad literaria. [Consulte el pdf con la programacion].

Lo que pretende la Biblioteca es recuperar y difundir la figura y la obra de Urabayen (Navarra 1883 - Madrid 1943) de forma similar a lo que está haciendo Andalucía con Chaves Nogales, según ha explicado este jueves el expresidente de Castilla-La Mancha en el periodo preautonómico Jesús Fuentes, que coordina un ciclo sobre Urabayen.

Desde el lunes 10 de febrero y hasta el 31 de marzo la Biblioteca de Castilla-La Mancha acogerá ocho conferencias que analizarán la obra de este autor y que quieren ser el «principio» de la recuperación de la figura de Urabayen. «Es un autor toledano, vivió aquí mucho tiempo, se casó aquí y las más importantes obras las escribió aquí», ha indicado Fuentes quien ha añadido: «si alguien está enamorado de Toledo, es Urabayen».

Este autor, republicano, cayó en el olvido con la guerra civil y tampoco se logró recuperar su obra con la llegada de la democracia, aunque en aquellos años en Toledo se creó un premio de novela corta que llevaba su nombre.

Jesús Fuentes ha subrayado que era «fiel seguidor» de Vicente Blasco Ibáñez y de Benito Pérez Galdós, a los que incluso superó en su «amor» a la ciudad de Toledo, según ha dicho.

Un segundo objetivo que persigue el ciclo de conferencias es conseguir que se vuelvan a editar sus obras, algo complicado según admiten los organizadores.

Por su parte, el director general de Cultura de Castilla-La Mancha, Francisco Javier Morales, ha destacado de Urabayen que era «toledano» igual que El Greco, porque ambos nacieron en otros lugares pero eligieron esta ciudad para vivir y realizar su obra.

De su trayectoria, Morales ha destacado su paso por la Escuela Normal Superior de Maestros de Toledo, que dirigió desde 1913 y en la que formó a una generación de profesores, y su crítica constructiva que permitió que algunos «desmanes» que podían haberse cometido en la ciudad no se llevaran a cabo.