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«Hasta San Antón, Pascuas son»
Varios pueblos de Castilla-La Mancha celebran estos días la festividad con hogueras en sus calles y la bendición de animales
m. cebrián
«Hasta San Antón , Pascuas son». Este es el dicho popular que se sigue utilizando en muchos pueblos de Castilla-La Mancha cuando se acerca la festividad de este santo. A pesar de que el éxodo rural acabó con muchas tradiciones, esta fiesta sigue ... muy arraigada en municipios de la región, como en Gálvez, Almodóvar del Campo, Tomelloso, Alcalá del Júcar, Alborea, Tarazona de la Mancha, Alcázar de san Juan, Villasequilla o Corral de Almaguer, entre otros.
La noche anterior la gente sale a las calles de sus pueblos para encender hogueras y celebrarlo con música y comida, pero el día grande es el 17 de enero, San Antonio Abad, cuando se celebra la misa y la procesión en honor al santo, que está acompañada de la bendición de animales por el cura en la iglesia de la localidad.
La localidad toledana de Gálvez es uno de los lugares en los que tiene más solera esta tradición y su alcalde, Manuel Fernández, explica a ABC cómo se celebra esta festividad en su municipio, que «es una de las fiestas más propias y particulares del calendario galveño».
La gente degusta alrededor de las hogueras los platos tradicionales de San Antón, entre los que destacan las puches (dulce elaborado con harina y anís cociéndose en la hoguera), la conocida como Herradura de San Antón (dulce que guarda una gran similitud con el Roscón de Reyes), migas y productos de la matanza que los vecinos han elaborado días antes.
Tal y como cuenta Fernández, en la víspera es tradición, además de encender hogueras en honor al santo para la purificación y protección de los animales, que los vecinos galveños se disfracen con ropas usadas y cencerros, por lo que se puede decir que se trata de un carnaval anticipado.
El fuego de las luminarias, símbolo de la unidad y de la renovación ligada al año nuevo, alimentado por la rama de olivo y trastos inservibles, no solo reúne a familias galveñas y numerosos forasteros, sino que también sirve para asar los productos más típicos de esta villa ganadera.
La situación estratégica de Gálvez y el carácter abierto de sus gentes ha hecho que sus tradiciones autóctonas convivan con las de la comarca de los Montes de Toledo, asimilando su variado folklore a lo largo de los tiempos. De hecho, hay crónicas medievales que hablan ya de esta fiesta y de la tradición de que al atardecer se encendían lumbres en las huertas y en todos aquellos lugares en los que había ganado y animales domésticos.
Según señala el alcalde de Gálvez, existe también una relación clara con el ciclo de la cosecha y con las labores del olivar, pues la fiesta de San Antón coincide con la finalización de la recolección de la aceituna y se pasa a la poda del olivo. Precisamente son estos restos de la corta, llamados «ramón», el material básico de las hogueras, a las que se echan también los capachos viejos de esparto que se usaban en el prensado tradicional y que, empapados aún en aceite, son un excelente combustible.
Asimismo, desde finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en los meses de febrero o marzo de cada año, era costumbre que alguna persona donara un cochinillo pequeño. Tras ponerle al cuello una cinta de color y cortarle las orejas y el rabo para diferenciarlo como el «Guarro San Antón», los vecinos de la localidad lo alimentaban hasta el día de la celebración (17 de enero), con la finalidad de darlo como sustento a los más pobres.
«Hasta San Antón, Pascuas son»
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