artes&LETrAS
El Greco en el Modernismo (II)
El objetivo de Rusiñol fue situar a El Greco a la cabeza de la pirámide de la estética del Modernismo
por antonio illán illán y óscar gonzález palencia
El Modernismo había hallado su santuario en Cau Ferrat con Rusiñol. Sin embargo, restaba la difusión y el signo central que rubricaran el devenir de un movimiento que debía afianzarse de manera definitiva con la unión de todos sus cultivadores y el ... apoyo de todos los intelectuales de su tiempo. Por ello, con talante lúdico, pero también con afanes de promoción, se celebrarían cinco fiestas modernistas en Sitges, como verdaderos hitos de la evolución de esta corriente estética. El pueblo marinero llegaría a convertirse en la Meca del Modernismo . Si repasamos someramente el desarrollo de estas celebraciones, veremos cómo el objetivo de Rusiñol fue, en último término, situar a El Greco a la cabeza de la pirámide de la estética modernista, difundiendo su talento entre todos los artistas e intelectuales de aquel tiempo, como un eje orbital en torno al que debía girar toda la actividad cultural del fin de siglo. En 1892, fue organizada la primera de las fiestas modernistas en el Ayuntamiento de Sitges; a ella fueron convocados, para exponer sus obras, los artistas locales, junto a Ramón Casas , el propio Rusiñol y Eliseu Meifrén. La segunda de las fiestas modernistas se llevó a cabo bajo los cuidados de los miembros de la revista L’Avenç , que focalizaron la atención sobre los simbolistas belgas, con la participación de los músicos Enric Morera y César Frank, con un espacio preferencial para la representación de La intrusa , de Maurice Maeterlinck.
Tercera Fiesta Modernista; deificación de El Greco
El cénit de estos encuentros se alcanza con la tercera fiesta modernista, en noviembre de 1894, que supuso una auténtica deificación de El Greco, con el traslado de dos de sus obras, Las lágrimas de San Pedro y Magdalena penitente con la Cruz, que Rusiñol había comprado en París, en el año 1894, a Pau Bosch, sin duda por influjo de Zuloaga, con quien le unía ya una amistad y la compartida devoción por el Cretense. Las pinturas fueron trasladadas al Cau Ferrat en un desfile tan devocional como laico, que, según recogieron en sus crónicas los diarios del tiempo, se organizó de la siguiente forma: se establecieron dos turnos para que los artistas llegados para la ocasión portaran los cuadros hasta el Cau Ferrat; el primero de los turnos sería el de Ramón Casas, Enric Clarasó, Ramón Pichot y Eliseu Meifrén ; el segundo de ellos, el de Josep Lluís Pellicer, Soler i Rovirosa, Joan Brull y Aureli Tolosa, secundados, en ambos casos, por una banda de música a la que seguían el resto de los participantes en la fiesta. Entretanto, como en una celebración religiosa, las gentes de la villa les lanzaban flores desde la ventana…No es menor el dato de las personas que cerraban el séquito, pues Rusiñol había congregado a la totalidad del Modenismo catalán junto a El Greco . Ramón Planes, en su estudio El Modernisme a Sitges , nos dice: «Es concentrà a la vila blanca la plana major del modernisme. El primer d'arribar, procedent de Tarragona, fou el crític Josep Yxart. El partit abans que tot! havia escrit aquell home, malalt greu, en una carta a Rossinyol en la que li prometía l'assistència a la festa. Després en el tren de Barcelona, arribaren: Narcís Oller, Pin i Soler, Joan Maragall, Albert Llanas, Frederic Rahola, Pompeu Gener, Ramon Casellas, J.M. Jordà, Sánchez-Ortiz, Albert Rossinyol, J. L. Pellicer, Josep Labarta, Ramon Casas, Eliseu Meifrèn, Soler i Rovirosa, Enric Clarassó, Joaquim Cabot, Francesc Rogent, Puig i Cadalfach, Maspons i Labrós, Josep Pijoan, Massó i Torrents, Josep Aladern, Manuel Rocamora, Garriga i Massó, Casa-Carbó, Joan Sardà, Josep Pascó i J. Soler i Miquel, entre altres ».
Pero Rusiñol no ansiaba solamente vincular a El Greco como padre del Modernismo en una amalgama de personalidades ilustres, sino que deseaba que El Greco fuera el aglutinante de una estética que se hallaba, aún entonces, diseminada en muy distintas expresiones y hasta en la estimación no poco extendida de que el Modernismo no era más que una actitud vital. Rusiñol se encargaría de enfatizar este extremo, cuando, en el discurso de apertura del certamen literario convocado en el marco de la tercera fiesta modernista, tomó la palabra para emitir un discurso en que, desde una posición claramente decadentista, critica la burguesía, clase social a la que no sólo él, sino también la mayoría de los asistentes pertenecen; critica la política de su tiempo; critica la moral al uso; y predica una rebeldía en que no existe distancia alguna entre el arte y la vida, entre la forma de crear y la forma de vivir; y, finalmente, establece, con ello, las bases de una regeneración social y cultural que debe tanto al vitalismo nitzscheano de Joan Maragall –presente en la fiesta– como al regeneracionismo noventayochista. Así pues, en las palabras y en el propósito de Rusiñol se encuentran el Decadentismo, el Simbolismo, el Prerrafaelismo y el Noventa y Ocho.
Ciertamente, tal como era su deseo, Rusiñol había levantado no ya un edificio, sino una enseña máxima del arte modernista, un lugar de encuentro de intelectuales y artistas, con las puertas y la mentalidad abiertas de par en par. El propio Rubén Darío , por estas fechas, se expresaría en estos términos: Santiago Rusiñol en su retiro de Sitges, una especie de santuario de arte en donde vive ese gentilhombre intelectual digno de ser notado en el mundo. Entretanto, sabed que Rusiñol es un altísimo espíritu, pintor, escritor, escultor, cuya vida ideológica es de lo más interesante y hermosa, y cuya existencia personal es en extremo simpática y digna de estudio»«Cuando vuelva a Barcelona he de ver a . Artistas pertenecientes a la escuela y a la actitud modernista y otros muchos de talante muy diverso se concitaron en el Cau Ferrat ; significativas son la presencia en él y las palabras formuladas por Emilia Pardo Bazán: «Estoy perfectamente convencida de que todo ha sido un sueño, y de que no hay en el mundo tal «Cau Ferrat » ni tales patios azules y colorados, ni nada de eso que ahí creí ver como Sancho cuando ascendía sobre el lomo de Clavileño. Al que sostenga que todo eso existe le desmiento. Porque en verdad aseguro a Usted que el único defecto del «Cau Ferrat » sería existir. Lo que existe con la grosera existencia llamada real sufre los accidentes del cambio y de la destrucción. Sólo lo que no existe no muere nunca».
Monumento al Greco en Sitges
Y, del mismo modo, resultará significativa la supremacía de El Greco como «primer modernista» que le será reconocida por todas estas personalidades en forma de monumento que le sería dedicado al Cretense, sufragado por suscripción popular, a la que contribuyeron personas de una nombradía tal como la propia Emilia Pardo Bazán o Ángel Ganivet . El proyecto data, en su fase inicial, de 1896, año en que Rusiñol, a su paso por Madrid, de regreso de su segundo viaje a Granada, anuncia, en la «Cervecería Inglesa» , su deseo de erigir un monumento a El Greco en Sitges. El fervor del pintor catalán por el Cretense no parece haber decrecido, puesto que, en esa misma parada en la capital, Rusiñol pasa por el Museo del Prado para copiar El caballero de la mano en el pecho y, posteriormente, cuelga tal estudio en el Cau Ferrat. Ese mismo año abre la colecta popular para sufragar el encargo del monumento, encomendado a Josep Reynés. Rusiñol dejó nuevos testimonios de su veneración por El Greco, y del carácter inaugural que su obra, en la distancia, tuvo para el Modernismo; lo hizo en sendos discursos pronunciados el día de la colocación de la primera piedra del monumento, en agosto de 1897, y el de la inauguración del mismo en el Paseo de la Ribera de Sitges, el 29 de agosto de 1898. Una vez más, Rusiñol hace un elogio encendido del Cretense , al que considera el primer artista que plasma el alma humana en el lienzo, y lo contempla como el símbolo de la regeneración de la tierra: « Todo ha salido de vosotros; sin su abnegación, aquel genio creador que en dar vida a la materia hizo honra a la humanidad, el precursor de Velázquez, que por primera vez, hacía realidad el sueño, daba plástica en el alma, y detenía el espíritu marcándolo sobre la tela para admiración de los siglos; aquel rayo de inspiración que para ser tan esplendente fue juzgado de locura porque deslumbraba el vulgo; aquel santo del calendario del arte, sin vuestra devoción no tendría un solo altar que recordara su memoria (…). Este pueblo, que medio soñó cerca del mar sabe soñar en el porvenir que espera la gran regeneración que necesita esta tierra y que todo el mundo pide a gritos, como un pueblo que se ahoga.»
A partir de la tercera fiesta modernista, el eco artístico de Sitges decrece , en proporción con la actividad promocional de Rusiñol, que invierte, desde entonces, menos tiempo en el Cau Ferrat, pero no declinará, en absoluto, como acabamos de ver, en su devoción por El Greco . Tanto es así que, pese a su salud quebradiza y sus dependencias –las consecuencias de una caída le sumieron en agudos dolores renales que combatió con una adicción a la morfina-, viajó a Toledo y, como ya hemos mencionado, a Madrid, con la intención de estudiar de cerca la obra de El Greco .
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El Greco en el Modernismo (II)
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