2020, el año en el que la tecnología se convirtió en una dependencia
La realidad ha superado a la ficción y se ha vuelto más tecnológica de lo que esperábamos en tiempos de pandemia
En 2020 el 34% de la población activa teletrabajó
Sin tecnología no somos nada . Y es ahora, en tiempos de pandemia, cuando nos hemos terminado de dar cuenta. Si hace apenas diez años no sabíamos ni lo que era WhatsApp, este 2020, al que ya miramos a través del retrovisor, nos ha ... obligado a hacer cursillos acelerados en soluciones y herramientas digitales que no conocíamos y que -las cosas como son- tampoco nos interesaban demasiado. Porque no las necesitábamos. Y es que, quién nos iba a decir hace exactamente 12 meses que íbamos a pasar buena parte del año trabajando en el sofá de casa con el ordenador entre las piernas. Que los ratos libres los mataríamos con el «smartphone» en la mano haciendo una conferencia tras otra con los (anteriormente conocidos como) «más cercanos». O, incluso, que mataríamos el insoportable tedio del encierro viendo a gente pegando patadas a rollos de papel en TikTok o haciendo parodias al ritmo del «Resistiré» del Dúo Dinámico.
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La realidad ha superado a la ficción . Y se ha vuelto más tecnológica de lo que esperábamos. Ni siquiera los directores ejecutivos de las principales firmas de Silicon Valley vieron venir la avalancha. Por ejemplo, el primer ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, reconoció la pasada primavera que la tecnología había evolucionado en, apenas, un par de meses lo que se esperaba que lo hubiera hecho en dos años. Y toda la culpa, o casi, la tiene el que se haya convertido, en muchos casos, en el único medio disponible para que un ciudadano, que cada vez responde mejor al sustantivo «usuario», pueda seguir cumpliendo con sus obligaciones sociales y laborales.
Un teletrabajo precipitado
A principios del año pasado no eran pocas las empresas que ya barajaban la idea de mandar a casa a parte de sus plantillas. Incluso las había que, tentadas por los estudios que afirmaban que esta política mejoraba el rendimiento y reducía los gastos, habían ido adoptando el trabajo en remoto durante los años anteriores. Aunque se trataba de algo excepcional. Según los datos del INE, en 2019 el 4,8% de la población activa desempeñaba sus funciones desde casa, al menos de forma parcial. En 2020 , de acuerdo con información recopilada en un estudio de IvieLab (Instituto Valenciano de Investigaciones Tecnológicas) alcanzó el 34% . Para que su adopción fuese posible, las empresas tuvieron que implementar redes VPN que permitiesen al usuario cumplir con sus obligaciones desde la nube exactamente igual a como lo hacían en la oficina. Pero, ¿estábamos preparados para ello?
Los expertos en ciberseguridad consultados por ABC sostienen que la necesidad de contar con sistemas que posibilitasen el teletrabajo en un corto periodo de tiempo provocó que muchas empresas descuidasen la seguridad de sus herramientas . Y, por tanto, que fuesen más vulnerables. Según afirmó recientemente Miguel Ángel Ballesteros, director del Departamento de Seguridad Nacional español (DSN), el número de ciberataques que sufrimos en España se elevó en 2019 hasta los 42.957. En junio de este año la tecnológica IBM afirmó que, en tiempos de pandemia los ciberataques habían aumentado un 40% a nivel global. Un 125%, en concreto, en el caso de Europa. Y las previsiones para este recién estrenado 2021 se mueven en la misma línea.
«Las amenazas no conocen de principios ni de finales de año, solo buscan seguir el curso que a los cibercriminales les funciona. Ataques relacionados con el secuestro de empresas, las ciberestafas de todo tipo y los robos de datos seguirán produciéndose mientras den dinero al atacante. La normalización del teletrabajo incrementará la viabilidad y éxito de este tipo de ataques», explica a este diario Lorenzo Martínez, director de la empresa de informática española Securízame.
Y, de repente, Zoom
Si alguien le hubiese preguntado hace apenas unos meses por Zoom, seguramente habría pensado exclusivamente en objetivos fotográficos. Ahora, encierro mediante, la cosa ha cambiado . Sin servicios de videollamada el usuario hubiese tenido imposible seguir viendo el rostro de amigos, familia y compañeros durante meses. Los servicios de videoconferencia han experimentado un crecimiento exponencial durante 2020 . Y Zoom, en concreto, se ha convertido en el medio escogido por gran parte de la sociedad para seguir en contacto con aquellos que, antes de marzo, llenaban sus días. Especialmente dentro del ámbito laboral. En solo un año el servicio ha multiplicado por siete su valor bursátil, pasando de facturar 167 millones de dólares en el tercer trimestre de 2019 a los 767 que ha alcanzado en el mismo periodo durante 2020 . Estos datos lo convierten en una de las grandes revelaciones empresariales del recién finiquitado 2020. Su éxito, y la enorme demanda de plataformas de este tipo, ha motivado que otras empresas tecnológicas, como Facebook, Microsoft o Google, se hayan esforzado por mejorar sus herramientas equivalentes.
Y si Zoom ha crecido, en buena medida, gracias al auge del teletrabajo, por el lado de las redes sociales 2020 ha sido el año de la explosión definitiva de TikTok . La polémica aplicación de vídeos musicales china ha engordado tanto al calor de la pandemia que se ha convertido en un fenómeno imparable. No solo ha sido la más descargada en el mundo y, en concreto, en España, según datos de las empresas de analítica App Annie y Statista respectivamente; también ha sobrevivido a las amenazas de cierre del (todavía) presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien se ha pasado buena parte del año acusando al servicio de compartir datos con el gobierno comunista chino. Un mensaje que no caló entre la población, como demuestra el enorme crecimiento de la aplicación en el país norteamericano, donde ya cuenta con más de 100 millones de usuarios, según reconoce la propia plataforma.
Al servicio de la salud
La tecnología no solo se ha impedido que el virus termine de resquebrajar la cotidianidad. También ha ayudado a contenerlo. Los ejemplos son muchos, y van desde los medidores de temperatura instalados en museos y algún que otro centro comercial, hasta la creación de respiradores mediante impresoras 3D . También entran dentro de este grupo las aplicaciones de rastreo, que se han ido desarrollando e implantando en muchos países europeos durante los últimos meses. En algunos, como Alemania o Francia, las herramientas ya eran plenamente funcionales a principios de verano. En otros, como España o Portugal, su aterrizaje fue más largo y turbulento.
En lo que se refiere a nuestro país, Radar Covid, que es como se conoce a la herramienta, tardó más de lo esperado en ser operativo a nivel nacional debido a la descentralización del sistema sanitario. Hasta el momento cuenta con 6 millones de descargas y ha notificado 26.729 positivos. Datos que la sitúan muy lejos de las aplicaciones más extendidas, como la alemana Corona Warn-App, que recientemente ha conseguido superar la barrera de las 24 millones de descargas. Desde el punto de vista de Borja Adsuara, abogado especializado en temas digitales y exdirector general de Red.es, la falta de expansión de la «app» española se debe a la falta de confianza de la ciudadanía en el gobierno: «Tenemos más miedo de lo que pueda hacer el Estado con nuestros datos que de las grandes multinacionales, como Google. En el caso de Radar Covid nuestros datos personales no van a ningún lado». A pesar de esto, el jurista apunta que el servicio «podría haberse presentado mejor» para que la población hubiese comprendido bien el funcionamiento de la plataforma. Que solo registra contactos y envía notificaciones en caso de que el usuario haya pasado más de 15 minutos a menos de dos metros de distancia de una persona contagiada.
5G, cada vez más rápido
España se subió al carro del 5G en el verano de 2019. Sin embargo, ha sido durante 2020 cuando operadoras, como Movistar u Orange, se han atrevido a apostar definitivamente por una tecnología que ofrece un ancho de banda 100 veces mayor que el 4G. Más allá de las opciones que representa para el consumidor, esta tecnología promete ayudar a sectores productivos como los de la automoción o la salud a alcanzar una mayor eficiencia y productividad durante los próximos años. «Tiene unos beneficios tremendos, pues permitirá, por ejemplo, que utilicemos gafas de realidad aumentada y de realidad virtual de bajo coste con prestaciones de gafas de alta gama. También permitirá que conduzcamos coches con prestaciones de info-entretenimiento y de seguridad similares a los de una marca Premium con el coste de uno de gama media» apuntaba recientemente a este diario Luis Abad, director general de la consultora Altran.