Cuántas camisas de lino deberías tener en el armario

El lino es el tejido vegetal por excelencia junto al algodón, pero es habitual encontrarlo mezclado con otros en la confección de muchas prendas puesto que su producción es bastante cara. Y es que su origen está en la planta con la que comparte nombre, Linum usitatissimum, que es de la que se extraen las fibras que dan lugar a este material con gran capacidad para absorber y desprenderse del agua rápidamente. Esta calidad, unida a la de ser termorregulable, es la responsable de que esté tan bien considerado para combatir las altas temperaturas. Ningún otro tejido tiene su mismo poder para lograrlo.

Sirva esta introducción para argumentar por qué desde el punto de vista funcional un armario estival requiere de al menos una camisa de lino para estar completo. También si nos limitamos a fijarnos en la estética. En este caso no hay duda de que su arruga natural y su caída hace que siente bien a cualquiera casi sin quererlo. Es la pieza que mejor define lo que en moda se conoce como tendencia «effortless» porque ayuda a que un look funcione sin necesidad de esforzarse lo más mínimo para que lo haga.

Hay otro punto a considerar sobre esta preciada pieza y es que sirve absolutamente para todo. Un mismo diseño te puede salvar perfectamente una jornada de oficina en pleno mes de agosto, un plan de noche de julio, un día de turismo y hasta un paseo en barco. Demuestra clase. Por eso, dado que demuestra una versatilidad tremenda, conviene hacer un buen estudio antes de decidirse por una en la que invertir.

Si tu objetivo es centrar todos tus esfuerzos en un solo modelo, nuestra recomendación es que esta sea de color blanco, ligeramente amplia y de cuello convencional. Se trata, al fin y al cabo, de fichar una versión veraniega de la clásica camisa blanca que consideras un básico en tu día a día y exprimir su utilidad evitando la aparición del sudor.

Ahora bien, si puedes permitírtelo, lo mejor es que no apuestes todo a una pieza sino que pongas el foco en esta prenda cuando el mercurio empieza a alcanzar cifras altas y te hagas con distintas interpretaciones de la misma en lugar de con tanto polo o camiseta.

En función de cómo te guste vestir puedes hacer tu elección para el estío en base a dos planteamientos. O bien por colores, o bien por estilos. En el primer caso solo tendrás que apostar por los tonos que más encajan con lo que ya tienes y los que más te favorecen para así tener diferentes alternativas dependiendo de la ocasión para la que vayas a utilizarla –recuerda que los tonos neutros como el beige o el caqui son valores seguros a la hora de acertar– . Si optas por la segunda vía, lo que importa es su patrón, no la tonalidad en la que ha sido confeccionada. Por ejemplo, utiliza las más anchas exclusivamente para acompañar tus bañadores o bermudas, elige las que se asemejen a las saharianas para tus looks desenfadados y reserva las de cuello mao para la noche u otro momento que exija una etiqueta casual.

Sea como sea la camisa de lino por la que te termines decidiendo podrás explotar sus virtudes al máximo en cualquier estilismo relajado ya sea por dentro de un pantalón de pinzas, abierta con una camiseta debajo o abotonada o por fuera sin miedo a que se arrugue. Y, lo mejor de todo, es que es algo que no hablamos de una tendencia cortoplacista sino de una prenda llamada a perdurar en el tiempo porque demuestra una elegancia innata que no tiene fecha de caducidad.