Estilismo de trinchera: 6 tendencias que heredamos de la guerra

Reloj de pulsera. Antes de la I Guerra Mundial los hombres llevaban sus relojes en el bolsillo, pero el control del tiempo en un conflicto bélico puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Para evitar el engorroso trance de buscarlo en el fondo de un bolsillo, los soldados comenzaron a atarlo en la muñeca con correas. Hoy un buen reloj de pulsera es sinónimo de lujo y elegancia Peto. El es el uniforme de trabajo más «trendy», todas las marcas tienen ejemplares memorables en sus colecciones. Su uso se popularizó durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense vistió con esta prenda a sus soldados porque era muy duradera y práctica ya que, en caso de un ataque nocturno, al ser de una pieza podría vestirse con mucha facilidad Gafas de sol. Las populares gafas oscuras son un imprescindible en verano, pero antes de ser un básico fueron el remedio a las cefaleas de los aviadores de la Segunda Guerra Mundial. Se quejaban de su constante dolor de cabeza tras tantas horas volando sin protección, Bausch & Lomb solucionó su problema y, en 1937 Ray Ban creó sus icónicas gafas polarizadas con forma de lágrima CrossFit. El entrenamiento de moda se inspira en los durísimos y disciplinados entrenamientos militares. Más allá de un ejercicio es una forma de vida en la que quienes lo practican adoptan unos valores y camaradería con sus compañeros muy propio también del entorno militar La capa. Es nuestra prenda más característica y la madre del traje de luces, pero también pisó el campo de batalla. Los soldados la usaban para protegerse del frío Trench. Thomas Burberry, el inventor de la famosa gabardina, recibió un encargo durante la Primera Guerra Mundial: debía cambiar el diseño de su prenda y adaptarla para la guerra. Se usaría durante la denominada Guerra de Trincheras, uno de los conflictos bélicos más duros de la historia, Burberry tenía que hacerlo práctico para el campo de batalla. Mantuvo un diseño en tejido de gabardina cómodo y que protegiera a los soldados del viento, el frío y la lluvia, y le añadió detalles definitivos que dieron lugar al mítico modelo y que en origen tenían el objetivo de asegurar materiales imprescindibles en las trincheras como las granadas, los mapas o las cantimploras (la traducción de trench al castellano es precisamente trinchera): hebillas con forma de D; trabillas en las hombreras y pechera. Medio millón de soldados lucieron este innovador diseño que, sin embargo, tardó en asentarse en el street style. Burberry, apoyado por la prensa de la época, consiguió convertirlo en un abrigo deseado por la alta sociedad londinense, que hoy en día lo tiene entre sus símbolos.