El Vaticano confirma que hay líneas de investigación sin explorar sobre la desaparición de Emanuela Orlandi

En un comunicado oficial de la oficina del Promotor de Justicia del Estado de la Ciudad del Vaticano, cargo equivalente al de fiscal general, se confirma que «en los últimos meses esta oficina ha recogido todas las pruebas disponibles en las estructuras del Vaticano y de la Santa Sede, buscando también pruebas a través de conversaciones con los responsables de algunas oficinas en el momento de los hechos».

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EP

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Alessandro Diddì, fiscal vaticano abrió la investigación el pasado mes de enero, 40 años después de la desaparición de la joven. Ni él ni sus predecesores lo había hecho antes supuestamente porque la desaparición tuvo lugar en territorio italiano. Asimismo, la investigación de las autoridades italianas fue cerrada sin resultados dos veces.

El fiscal ha asegurado que «ha procedido al examen del material, confirmando algunas líneas de investigación dignas de ser profundizadas y transmitiendo toda la documentación pertinente, en las últimas semanas, a la Fiscalía de Roma, para que ésta la examine y proceda en la dirección que considere más oportuna».

El hecho de que haya transmitido el material a las autoridades italianas induce a pensar que, aunque ha encontrado datos relevantes, no ha detectado responsabilidades dentro de su territorio. En cualquier caso, asegura, «continuará sus actividades en este sentido en los próximos meses, cercano al dolor de la familia de Emanuela y consciente del sufrimiento que se siente por la desaparición de un familiar».

La medida sin duda abre una espiral de esperanza en la familia de esta joven, que hoy tendría 55 años, y que se marchó del piso en el que vivía con sus padres y sus tres hermanos dando un portazo el 22 de junio de 1983. La vieron por última vez en las inmediaciones de Piazza Navona.

Días más tarde, unos supuestos secuestradores contactaron a la familia y al Vaticano y solicitaron la liberación del terrorista Ali Agca a cambio de la vida de Emanuela Orlandi. Aunque no dieron ninguna prueba de vida, el entonces pontífice Juan Pablo II lanzó ocho peticiones de que fuera liberada, y Ali Agca respondió que desde la cárcel que prefería seguir entre rejas.

Su desaparición coincide con la de algunas otras adolescentes de su misma edad en Roma en esas mismas fechas. Entre las hipótesis que se manejan, se investiga fue secuestrada por una red de tráfico de personas, o que fuera utilizada para presionar a Juan Pablo II, como respuesta a su ayuda secreta al sindicato Solidarnosc de Polonia, en plena guerra fría.

Hace unos meses, un hermano de la desaparecida insinuó que Juan Pablo II estaba implicado en la desaparición. El Papa intervino en un ángelus calificando las acusaciones como «ofensivas y sin fundamento». La abogada de la familia se retractó y explicó que jamás habían acusado «a Su Santidad Juan Pablo II. Sólo se ha solicitado que se investiguen hechos que les habían sido referidos».