En El Paso, la ciudad más católica de EE.UU.: «León XIV mantendrá su compromiso con el pobre, con el refugiado, con el inmigrante»

Es una ciudad en la frontera con México, en un territorio que fue antes español y mexicano y en la que buena parte de su cultura no ha dejado de serlo. Y eso incluye el idioma y la confesión mayoritaria. Aquí, la elección de León XIV, el primer Papa estadounidense de la historia ha resonado con más fuerza que en la mayor parte del resto del país.

«Yo no sabía quién era el cardenal Prevost», reconoce María, una feligresa en la iglesia del Sagrado Corazón, muy cerca del puente Santa Fe, que salva el Río Grande y une el centro de El Paso con el de Ciudad Juárez, su hermana mexicana. Este es un territorio hispano, fronterizo y dominado en los últimos años por las presiones migratorias. El Paso es una de las ciudades que ha vivido de lleno la inmigración masiva de los últimos años. Y su freno acusado con la política migratoria de mano dura de Donald Trump. Aquí, muchas iglesias católicas han estado en la primera línea de la crisis migratoria. Sobre todo, con su asistencia a los inmigrantes, lo que en ocasiones les ha enfrentado con los gobiernos, tanto el de Texas como el federal.

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Esta parroquia ha sido un albergue habitual para inmigrantes recién llegados. En su vestíbulo conviven un retrato del Papa Francisco, que pronto necesitará a su lado otro de León XIV, junto con folletos informativos sobre derechos de los inmigrantes o sobre qué hacer si la policía de Inmigración y Aduanas (ICE, en sus siglas en inglés, 'la migra' para muchos hispanos) se presenta en casa.

Algunos aquí saludan la elección del primer papa estadounidense como alguien que podría tener un impacto en la visión de los estadounidenses —en especial, la minoría católica— sobre la inmigración, un asunto que fue una de las claves del regreso de Trump al poder.

«Él tiene conocimiento de las necesidades y de los factores que empujan a la gente a dejar sus países», defiende Rubén García, un cura católico que lleva casi cinco décadas en primera línea de la trinchera migratoria. García está en medio de una batalla legal contra la fiscalía de Texas, que le acusa de tráfico de personas por alojar a inmigrantes en su albergue. El fiscal general de Texas, el republicano Ken Paxton, quiere cerrar Annunciation House, la organización con la que García asiste a los inmigrantes.

«Él es consciente de la violencia que puede haber en un país y que obliga a las personas a huir, o de la pobreza que les empuja a marcharse», añade sobre León XIV.

«Él conoce esa realidad en carne propia», dice en relación a los muchos años que el nuevo Papa pasó en Perú . «Y es lo que le ha llevado a hablar de la necesidad de mantener un compromiso evangélico con el pobre, con el refugiado, con el inmigrante», asegura sobre el Pontífice y sus encontronazos con el vicepresidente de EE.UU., el católico JD Vance, por la política migratoria de la Administración Trump.

García asegura que «nadie en El Paso esperaba que el nuevo Papa fuera estadounidense» y que «lo primero que se ha preguntado todo el mundo de inmediato es: ¿cómo será?».

«Pero no hemos tardado en ver en que será alguien que ayude a los católicos a entender la relevancia de la fe en sus vidas, y en una fe que les lleve a querer ser seres humanos más justos, que reconozcan que los pobres son nuestros hermanos y hermanas», añade.

«Aquí nos sentimos esperanzados y agradecidos», dice García sobre una ciudad en la que abundan las iglesias católicas, los murales a la Virgen, las ermitas modestas a las que se peregrina entre pedregales.

«La sensación es de júbilo, el Espíritu Santo nos dio otra buena sorpresa», dice el obispo de El Paso, Mark Seitz, en un vídeo publicado para sus feligreses. «Él es un misionero, él ha dado su vida por la gente de la periferia. Será un papa que vaya más allá de lo cómodo».