El Papa, un enamorado de la naturaleza que intentó preservarla para las próximas generaciones
Francisco hizo del medio ambiente un eje de su pontificado y denunció los efectos sociales de la crisis ecológica
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Para anunciar el programa de su pontificado se presentó al mundo como Francisco, nombre del autor del «Cántico de las criaturas». Saltó a la vista que imitaba la estela de austeridad del santo de Asís, pero poco después que también calcaba su relación cariñosa ... con la naturaleza, que celebró usando sus versos escritos en el año 1226 para la primera encíclica «verde» de la Historia, la Laudato si'.
Esa encíclica desató la perplejidad de sectores católicos que no consideraban oportuno que un Papa se pronunciara sobre cuestiones medioambientales. Pero para el Papa Francisco, contemplar la belleza de un paisaje, cuidar la riqueza de un arrecife, o proteger la cuenca del Amazonas, no son gestos de simple cortesía civil, sino respeto del designio del Creador y custodia del legado para futuras generaciones.
Saqueo de recursos
Intentó llegar a las conciencias para sensibilizar sobre el saqueo de los recursos naturales, en perjuicio de las comunidades más desprotegidas, como países en vías de desarrollo o grupos indígenas. Y también en esta batalla creía que la raíz que había que extirpar era la de la indiferencia. «¿Escuchamos este dolor? ¿Escuchamos el dolor de los millones de víctimas de las catástrofes ambientales?». Viajó a escenarios de desastres naturales como Bangladés y Sri Lanka para mostrar las consecuencias de una cultura depredadora, y fue a la República Democrática del Congo y la foresta amazónica del Perú para recordar lo que está en juego.
Su sensibilidad ecológica no era el grito enfadado de Greta Thunberg, a quien saludó brevemente en la plaza de San Pedro en abril de 2019, sino el aldabonazo responsable de un anciano que propone el respeto a la naturaleza y a la vida humana en todas sus fases y facetas.
Adelantó su propuesta en la homilía con la que inauguró su Pontificado, el 19 de marzo de 2013. Dijo que se trata de «tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos». Entonces avisó de que no es una cuestión secundaria pues «cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido». «Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos 'custodios' de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro», concluyó.
Su gran mérito fue que en la encíclica Laudato si' descendió a detalles y a problemáticas concretos, y ofreció una síntesis de la reflexión científica en aquel momento. «Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático», escribió. «Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio», añadió.
Como resultado, denunció por una parte que «los pobres se ven forzados a dejar su casa por inundaciones, olas de calor o sequías» y alertó de que «cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana».
En 2020 escribió un segundo documento magisterial ecológico, la exhortación «Laudate Deum» para intentar de nuevo sensibilizar a los católicos. Mostró su lástima por el fracaso de las COP, las Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, que achacó a «que muy fácilmente el interés económico prevalece sobre el bien común y manipula la información para no ver afectados sus proyectos». Propuso a gobiernos y empresarios «trabajar juntos para detener la catástrofe ecológica, antes de que sea demasiado tarde», «mientras hay tiempo para hacerlo» y «antes de que sea tarde».
«Ecología humana»
Su propuesta era una «ecología humana integral», pues, decía, «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza».
A pesar de que el hilo conductor de su pontificado fueron el optimismo y la esperanza, sobre el medio ambiente veía el futuro negro. «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo»
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