Estos son los jóvenes con las mejores notas de Selectividad de España

Pero ahí no terminaba la alerta del organismo internacional. Ya que el número de 'ninis' totales en España, es decir, al margen del nivel educativo (y de 18-24) es del 20 por ciento, superado por Sudáfrica, Brasil, Turquía, Colombia, Costa Rica, Italia, Chile, Argentina, Israel y México.

Pero nuestro país también tiene otro rostro. Del que se habla menos pero que existe. El del esfuerzo, la superación y el mérito. Prueba de ellos son los jóvenes 'sobresalientes' de la Selectividad de este año con los que ha hablado ABC. Estas son sus historias:

Hai Park, una joven de 18 años oriunda de Corea del Sur, habla español con una fluidez sorprendente. No comete los esperables errores gramaticales de quien habla un idioma tan distinto al suyo, sino todo lo contrario: no solo fluye, sino que se expresa con seguridad. Quizás esto último lo explique más bien su carácter.

Park, que sacó la nota más alta de la Selectividad en Madrid, una 'plaza difícil' teniendo en cuenta que los exámenes son diferentes por comunidades, ya tiene claro qué va a estudiar, dónde y por qué. «Quiero hacer Estudios Internacionales y Derecho en la Universidad Carlos III».

«Soy de Corea del Sur y entendí que debía aprovechar en mis estudios la experiencia de conocer dos culturas», explica la joven, que lleva desde los ocho años en España y que reconoce que es la que mejor habla el idioma en casa. La familia, conformada por ella –hija única–, su padre y su madre llegó a estos lares porque su padre decidió estudiar Teología en la capital. Y en Collado Villalba viven desde entonces.

El objetivo de Hai –como 'Hola', en inglés, dice para enseñar a pronunciarlo– es ser fiscal. «Lo que más quiero, más que una profesión, es hacer algo útil para la sociedad, que la Justicia sea igual para todos y se imparta sin distinción de raza, género, edad o de religión», sentencia al otro lado del teléfono. Lo que no sabe es si ejercerá en España o en su país de origen; todo depende de si hace o no el cambio de nacionalidad.

Park sacó un 10 en Bachillerato y un 10 en la fase general de la prueba. El examen tiene una parte optativa para subir nota. Park probó suerte con Matemáticas, donde sacó otro 10, y con Francés, asignatura en la que obtuvo un 8,25. La nota final ha sido 13,65 sobre 14 (tal y como se calcula ahora la nota final de admisión). La joven coreana asegura que preparó «mucho» el examen pero que, aun así, no «esperaba esa nota».

Cuenta que 'puso el pie en el acelerador' para los exámenes sobre todo durante las últimas semanas, en las que calcula haber estudiado unas a 5 a 10 horas diarias. «La nota de corte en la Carlos III es 13,48, así que tenía que sacar buena nota sí o sí», dice. Aunque reconoce que no es ese el único argumento: «Tenía que demostrarme a mí misma que era capaz de sacar todo diez. Soy extranjera y de una cultura distinta y quería demostrar que era capaz para que no me trataran diferente, que podía hacerlo como el resto de alumnos», confiesa Park.

David Matas Sánchez obtuvo la máxima nota en la prueba de Selectividad: 14 sobre 14. Es decir, este joven de Plasencia (Cáceres) terminó el Bachillerato con un 10, sacó un 10 en la fase general de la prueba y otro 10 en la específica. Excelencia absoluta.

«Yo quería sacar la mayor nota posible y si conseguía la perfección, mejor que mejor. Venía con un 10 del Bachillerato y eso ya me daba opciones, pero es cierto también que son varios exámenes y si fallas en lo más mínimo la nota cae; por eso me sorprendí un poco al ver el resultado final», confiesa David, que cuenta la felicidad que sintió cuando se metió en la página web de la Universidad de Extremadura para ver su calificación final. «Vi que había sacado 10 en todas la pruebas y, claro, ya no había ningún cálculo que hacer, la nota final era un 14. Sentí mucha alegría, fue un objetivo muy difícil de conseguir y que perseguí mucho», recuerda a ABC.

David es el único, junto a otros dos jóvenes, que ha sacado 14 en Extremadura; por ello no entiende la extendida crítica de que en esta comunidad las pruebas son más fáciles que en otras regiones, como Madrid. «Este año, como es lógico, me enfoqué mucho en la prueba de Selectividad, comparé algunas pruebas con la de Extremadura y concluí que hay otras comunidades en la que es más difícil pero también otras en la que es más fácil... Hemos sido tres los que sacamos 14 y creo que eso tiene un mérito», responde.

Mérito que él ha cosechado después de años de preparación ya que reconoce que siempre, desde que empezó a estudiar, solo intentó «ir a por lo máximo; creo que los estudios son un espacio de superación personal y donde se ponen a prueba mis capacidades».

Esto es algo que comparte con sus hermanos, con notas tan buenas como las suyas. «Mi hermano obtuvo un 13,34 en la EBAU y mi hermana está en el instituto sacando sobresalientes», relata orgulloso. «Mis padres nos han inculcado desde pequeños la cultura del esfuerzo, la constancia y la importancia del trabajo», explica. Fueron ellos los que al enterarse de la brillante calificación de su hijo lo felicitaron y, de alguna manera, David intuyó que se esperaban que ocurriera.

Con una calificación tan alta, David puede estudiar lo que desee, las puertas de todas las facultades y universidades están abiertas para él. Sin embargo, ha optado por una con una nota de corte para la que no es necesario el 14, lo que explica, una vez más, que buscaba la excelencia «por superación personal». David se irá a vivir a Madrid para estudiar Ingeniería de la energía en la Universidad Politécnica. «Me gustaría ser ingeniero de una central eléctrica, por ejemplo, pero puede que termine haciendo otra cosa porque es una rama con muchísimas opciones», asegura este joven con todo el futuro por delante.

Adrián Pérez Pache recibió su nota el pasado jueves. Lo primero que hizo fue usar la calculadora para saber cuánto había sacado: 13,95 sobre 14. «¡Lo he conseguido!», señala este joven de Rivas–Vaciamadrid que fue lo primero que sintió. Una vez hechos los cálculos llamó a sus padres para darles la buena noticia. «Estaban muy emocionados, me dieron la enhorabuena y me recordaron que mi trabajo había tenido su recompensa», cuenta el joven a ABC.

Pérez reconoce que «iba a por el diez». Pero aclara que no lo buscaba por el mero hecho de tenerlo impreso en un papel, sino porque lo que buscaba era «no cerrarse ninguna puerta; si sacaba una nota más baja había carreras y universidades a las que no iba a poder acceder, y no quería dejar fuera ninguna oportunidad».

La misma mentalidad tuvo para afrontar el Bachillerato, del que salió con un 10 de media. «La nota de esta etapa es importante para entrar en la universidad y si sacaba 10 ya tenía un paso asegurado». Adrián consolidó esos pasos con un 9,87 en la fase general de la prueba y un 10 en la parte específica –hizo Química y Matemáticas–. Este joven madrileño ya lleva tiempo con las ideas claras respecto a su futuro: «Quiero hacer Medicina, las ciencias en general siempre me han apasionado. Además, me fascina el estudio del cuerpo humano y si encima lo puedes dirigir a ayudar a la gente, es la combinación perfecta», concluye.

Preguntado por cómo ve a los jóvenes de su edad, Pérez confirma que «los chavales con notas altas son minoría», lo que da la pauta de que obtenerlas no es fácil. Pero también, analiza, «muchos no acaban de tomárselo en serio fundamentalmente porque no saben lo que quieren. Si no sabes adónde quieres ir es más fácil que acabes dando palos», concluye.

Pérez tiene clara la carrera y dónde la hará, «en la Complu», aunque aún no se ha decantado por la especialidad. «Espero ir haciéndome una idea conforme vaya avanzando», confía. Es consciente de que la espera una carrera dura pero asume el desafío. «Tengo muchas ganas de empezar y seguramente ya no consiga notas altísimas, pero no deja de ser otro reto a superar», cuenta este joven, que está decidido no solo a hacer su carrera sino también a trabajar en España.

En un principio no quería mirarla. Le aterraba no cumplir sus expectativas y que eso arruinara sus vacaciones en Salou. Al final ganó la curiosidad y Jorge Mercado (Zaragoza, 2005) no pudo tener mejor recompensa. «Llamé a mi madre corriendo, estaba temblando y llorando de la emoción».

El joven zaragozano había obtenido un 13,895, que lo alzó como la mejor nota de Aragón. «No me valía cualquier nota, para cumplir mi sueño tenía que ser la mejor», expresa Mercado. Desde 3º de la ESO sabía que quería ser médico y para ello tenía un camino muy largo que recorrer, plagado de esfuerzos y sacrificios. Se considera un 'friki' de la medicina, siempre en búsqueda de información, ya sea estudiando, leyendo artículos o a través de vídeos. Aún no tiene claro en qué se quiere especializar, dice que es demasiado pronto, pero se decanta por la parte quirúrgica. «Siempre me han interesado la biología, el cuerpo humano y todos sus procesos».

Las tres semanas antes de la EBAU fueron de 'estudio a tope', desde las ocho de la mañana hasta la noche preparando los exámenes. Se organizó por su cuenta, sin ir a clases de repaso ni a la biblioteca; prefirió plantar cara a la Selectividad él solo. «Fueron semanas muy intensas, pero no me arrepiento del esfuerzo, al final mereció la pena».

Sobre los días de examen, el zaragozano comenta a ABC que le sorprendió la tranquilidad con la que afrontó las pruebas. «Estoy más orgulloso del proceso que de la nota o de que haya sido el número uno», comenta Mercado, mientras añade que la calificación «es el reflejo de su dedicación en los estudios desde hace años».

Tenía claro el camino a seguir para estudiar Medicina, y eso es algo que agradece mucho de su instituto, el centro San Valero de Zaragoza, por instruirle las bases que necesitaba para ser médico en el futuro. Sin embargo, el joven piensa que la motivación y las ganas tienen que venir de uno mismo, «traídas de casa». «El trabajo es por tu cuenta. A cierta edad tú decides por lo que te interesa; si prefieres estudiar una cosa o la otra, mentalizarte en la nota que necesitas, consultar más información…». Ese esfuerzo individual, dice Mercado, es el que «marca la diferencia».

Sobre los chicos de su edad, Mercado cree que no les preocupa lo suficiente el futuro, solo piensan a corto plazo. «Es algo que a mí me ha costado mucho trabajar. Sacrificar salir de fiesta o quedar con mis amigos porque luego en seis años voy a estar haciendo lo que me gusta».

Le gustaría que la juventud fuera más consciente de que, al final, su felicidad el día de mañana va a depender del empeño y las elecciones que tomes en la adolescencia. A pesar de ello, Mercado ha sido capaz de complementar tanto los estudios y tener una meta clara con la vida social. «Hay que buscar un equilibrio, tener vistas a futuro y un objetivo claro, pero a su vez disfrutar de la vida y de la gente que te quiere, que no dejamos de ser jóvenes», expresa.