Sacerdotes en el punto de mira
«El viento gélido del totalitarismo no es cosa del pasado, las comunidades cristianas vuelven a verse puesta a prueba en las lindes orientales de Europa»
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Iniciar sesiónSeguramente todos pensamos que las persecuciones contra los cristianos protagonizadas por los regímenes comunistas al otro lado del Telón de Acero son cosa del pasado. Muchos jóvenes católicos ni siquiera han oído hablar de figuras como los heroicos cardenales Wyszynski, Mindszenty o Tomasek. Sin ... embargo, la revista digital La Nueva Europa, muy bien informada sobre todo lo que sucede en el Este de Europa, acaba de lanzar la voz de alarma sobre la represión del gobierno bielorruso de Alexander Lukashenko, especialmente contra los sacerdotes católicos.
Treinta y un sacerdotes han ingresado en prisión preventiva desde las protestas pacíficas que siguieron a las elecciones de 2020, en las que el último dinosaurio de filiación soviética que continúa en el poder, bajo la protección de Putin, perpetró un pucherazo en toda regla para evitar la victoria de la oposición democrática, hoy encarcelada o en el exilio.La Iglesia Católica es la segunda denominación cristiana en Bielorrusia, y cuenta con un millón y medio de fieles. Se trata de una minoría activa, compacta e históricamente arraigada en el país, siendo incluso mayoritaria en las regiones noroccidentales, vecinas a Polonia y Lituania. Son mayoritarias las comunidades de rito latino, pero también están presentes los greco-católicos. El régimen está usando puño de hierro contra toda forma de oposición y, aunque la jerarquía católica ha procurado moverse cautelosamente, las parroquias son centros de vida comunitaria en los que se alimenta la conciencia de una sociedad que lucha por su libertad. Las parroquias también han sido un espacio para cobijar a los perseguidos tras las manifestaciones.
Formalmente, el gobierno de Minsk presume de preservar la libertad religiosa, lo que es casi un sarcasmo. El hecho es que algunos sacerdotes han sido acusados de espionaje o de traición al Estado por sus actividades o sus comentarios en redes sociales, o tan solo por haber aparecido junto a una bandera de Ucrania, dado que el régimen de Lukashenko está totalmente implicado en la estrategia de Putin. También se han producido montajes para acusar a alguno de ellos de abusos, una práctica habitual de los servicios policiales comunistas en el pasado para desacreditar a los sacerdotes más activos.
El viento gélido del totalitarismo no es cosa del pasado, sigue soplando y no tan lejos de nuestras fronteras. Las comunidades cristianas vuelven a verse puesta a prueba en las lindes orientales de Europa y, quizás, desde allí, vuelva a llegarnos también el testimonio de «la fe que vence al mundo», como decía el apóstol San Juan. Hace falta tener los ojos y los oídos abiertos.
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