¿Para qué sirve la Iglesia?
«La pregunta no es si el ser humano necesita religión, la cuestión es si es necesaria la Iglesia y qué Iglesia»
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Los participantes en el Sínodo de la sinodalidad, a la derecha, la mesa del Papa
Es evidente que la respuesta a la pregunta de para qué sirve la Iglesia la tienen los teólogos. Pero no sólo ellos. Me atrevería a decir que los que participan en el Sínodo de la sinodalidad están hablando de esto mismo, aunque ... no sé si son plenamente conscientes de ello. Hans Joas, uno de los sociólogos de la religión más importantes del momento, acaba de publicar en español un libro recopilatorio de sus últimos trabajos, 'Por qué la Iglesia. El ideal cristiano y sus formas sociales' (Sal Terrae), en el que ofrece interesantes respuestas a la citada pregunta.
Joas parte del supuesto empírico de que la tesis de la secularización, que dice que la modernización económica y científico-técnica conlleva necesariamente un debilitamiento de la religión, está superada. El problema, excepto en Europa que es una anomalía, no es si somos religiosos o no. En África, actualmente el número de cristianos se incrementa a diario en 23.000 personas. En Alemania, desde el año 2000, se desacralizan anualmente un media de quinientas iglesias, de las cuales ciento cuarenta son demolidas. La pregunta no es si el ser humano necesita religión, cuya respuesta es sí en la medida en que somos seres con «experiencias de auto-trascendencia». La cuestión es si es necesaria la Iglesia y qué Iglesia.
La respuesta de este autor es que es necesaria la Iglesia como garantía de práctica de los ideales que confiesa: «La Iglesia debe pensarse como cooperativa de creyentes que precisa de estructuras jerárquicas para garantizar, frente a las influencias del poder de fuera, su capacidad de acción en el sentido de los ideales que la guían». Una Iglesia, agencia de moralidad, en la defensa de la dignidad humana. Pero Joas plantea dos cuestiones importantes. La primera, la pretensión de verdad de la propuesta de fe en relación con las estructuras institucionalizadas que dan forma histórica a esa verdad. Y, segunda, qué pasa cuando se olvidan las pretensiones de verdad y nos centramos sólo en los efectos psicológicos o psicosociales de la fe. También dice que la Iglesia más que hacer política ella misma debe posibilitar la política.